Este joven grupo esta conformado solamente por dos personas, Steve Moore, que se hace cargo del bajo, y A. E. Pattera, batería, controlando los sintetizadores entre ambos, realizando una de las propuestas más singulares del rock actual, o de las que al menos ha llegado hasta mis oídos.
El segundo largo de esta pareja de Pittsburg, tras su ópera prima, Cosmos, vuelve a sorprendernos con sus exploraciones por los senderos experimentales de rock progresivo, space rock y electrónica, introduciéndonos en una espiral hipnótica de características neosicodélicas. Es un trabajo conceptual emotivo, dinámico y oscuro. En el se puede adivinar influencias como Pink Floyd, Genesis o Tangerine Dream.
Estamos pues, ante una grabación con un halo propio, que rebosa atmósferas ambientales que muy bien podrían adornar cualquier banda sonora cinematográfica, pues el sonido de Zombi es puramente instrumental y sinfónico.
Al escuchar el disco, rápidamente nos puede venir a la cabeza los viejos sintetizadores de Kraftwerk o del propio Jean Michel Jarre, los cuales alcanzan gran protagonismo, con una base rítmica eminentemente rockera, apoyada en la batería y el bajo, creando laberínticos recorridos espaciales con palpitaciones electrónicas.
Existen temas en los que la melodía se manifiesta por delante de ambientes y ritmos como ocurre sobretodo en “Digitalis”, “Legacy” y “Surface to Air”, y cerrando el disco un ultimo pasaje a destacar de épica cósmica y dieciocho minutos de duración “Night Rhythms”. Sofisticación y elegancia empapan cada uno de las cinco partes que construyen este disco de ritmos poderosos, con melodías que invitan a la navegación de nuestros sentidos por la densa y espacial dimensión a la que nos trasladan, dejando el subconsciente en estado de letargo.
En definitiva, una explosión de sonidos de connotaciones siderales y de efectos balsámicos, que no solo rescata ese sonido progresivo de los 70, sino que también sirve como homenaje a esas gloriosas bandas sonoras.