Aunque mucho se habla del estigma del grunge en los 90, los fans de Weezer arrastran otro estigma que sale a flote cada vez que la banda saca nuevo disco. Si a los menos tolerantes ya les hirvió la sangre con el fenomenal «Green Album» y el sucesor disco de descartes (quien lo diría a día de hoy), «Maladroit», lo realmente malo estaba por llegar. «Make Believe» definitivamente cambiaba la ubicación de Weezer desde grupo de culto a superventas sin escrúpulos y aunque «Red Album» parecían levantar cabeza, no era sino un espejismo echado abajo por algunas canciones más dignas de Backstreet Boys que de Ramones.
Pero si algo hay que reconocer es que la flojera de Weezer nunca ha sido total. En estos momentos duros siempre ha habido chispas a las que el antiguo fan ha podido aferrarse y esto vuelve a ser así en «Raditude», el disco que no será conocido por un color sino por el perro saltarín, muy en la onda de la explotación freak que el cuarteto está haciendo últimamente. A saber los guitarrazos dulces y afilados junto a la voz pletórica de Cuomo en «I’m Your Daddy» y «Let It All Hang Out» adecentan la mediocridad del disco en general. También lo hace de una forma más original el soleado single «(If You’re Wondering If I Want You To) I Want You To» con su agradable tono pop-abilly.
«Tripping Down The Freeway» e «In The Mall» salvan la papeleta por su pulso rockero siendo más que discretas composiciones, mientras que «Turn Me Round» se les quedaría corta incluso a los antiguos Green Day. Con cosas así vuelve a dar la sensación, ya familiar, de que Cuomo sólo hace discos para satisfacerse a si mismo, sin importarle caer en el amateurismo, en la parodia o en el mejor de los casos, la autoparodia.
No es que Raditude sea un disco horrible. Probablemente ni siquiera esté entre las decepciones del año, porque tampoco esperábamos ya un giro radical en la evolución de su cantante, guitarrista y compositor. Un Rivers Cuomo maduro al que ya no le llena crear los himnos de pop barnizados en letales riffs de sus inicios, sino explorar la música popular sin un aparente plan definido aparte de sentirse de nuevo adolescente. Y es que la evolución de Weezer la describe que en su día pudiera aparecer en una misma línea con Nirvana y hoy resulta más digna de figurar junto a Black Eyed Peas.