/Reseñas///

Wayne – The Moon Effect

Wayne - The Moon Effect portada
Elizabeth Dane / KTC Domestic / Odio Sonoro, 2009
Productor: José Cuenca y Wayne
Banda: Roberto Silva, Óscar Fernández, JL López, Goyo Fernández

Géneros: , , , , , ,

7.5

Cuando un grupo nacional se presenta a veces incurre en el error de poner en su nota de prensa grupos internacionales de prestigio o tal vez incluso gustos más que influencias patentes. Y a veces los que reseñamos discos vamos a lo fácil y los soltamos, no dándonos cuenta de que las comparaciones pueden llevar a engaño. Es el caso de Wayne, banda cántabra que edita su ya segundo disco, «The Moon Effect». Si que podemos en cambio adscribir su rollo al post-metal con toques de post-hardcore y rock progresivo.

En la palabra «progresivo» está la cuestión. La música de Wayne gustará seguro a quienes les vaya un rock-metal duro pero que lleve al oyente por viajes a través de los instrumentos. Es por ello que lo suyo son los temas largos y su punto flaco las melodías vocales y por ende el mismo concepto de estribillo. Así podemos decir que el disco se configura como un viaje con altibajos, aunque estos seguramente sean menos para los amantes de las estructuras intrincadas.

El periplo se abre con «Zenith», muy heavy y crispada, riffs duros y dobles bombos, pese que no son una banda de tralla urgente sino más de tonos sostenidos. Las voces mayormente cazalleras comienzan a revelarse como un obstáculo pero la música nos lleva naturalmente hasta «Thin Line». Cuenta con igual tono oscuro aunque también con una atmósfera más acogedora y cambios de tercio que revelan una estructura compleja y meritoria, además de encajar bien orquestaciones o palmas entre este rock alternativo-progresivo de toques doom. Si, etiquetar el disco es tarea dificil y por momentos baldía.

En «The Moon Effect» la cosa torna más ligera y luminosa, encontramos similitudes puntuales a los madrileños Toundra y de pronto entra una secuencia de riffs muy bien puestos dando paso a un despliegue vocal que por fin, convence. Y ahora si que podemos empezar a entender algunas de las asociaciones antes citadas (Thrice, Cave In…). Para colmo está sublimemente unido con «II», abierta por un riffazo ultramelódico a tempo lento digno de Pelican o Jesu, que se endiabla hasta el punto que los bramidos pasan a ser guturales alcanzando una densidad instrumental dañina. Para cuando te das cuenta te parece escuchar una banda de thrash que de repente vuelve al glorioso comienzo.

La agonía dura hasta «Till Death Do Us Part» que con sus bríos hardcore resulta un acierto en la mitad del disco para descongestionar, que curioso, de la abstracción atmosférica. Un tema intachable en el que además nos regalan los oídos con unas pinceladas de voz femenina, lo cual se agradece, así como los vikingos coros finales. Y hablando de vikingos, en «The Skull» sacan su lado más heavy clásico, en comunión de voces y guitarras que incluso devienen en acústicas. «Commotio Cordis», llena de tensión progresiva es a diferencia del resto del disco, un corte que mantiene la armonía de principio a fin, con un punto de post-rock y voces melódicas, crispación momentanea y un final setentero y psicodélico que nos recuerda a los ultimísimos Mastodon.

«Cotton Tedium» transforma la calidez post-rockera en los riffs estilo Baroness y vuelve a alcanzar puntos de densidad importantes aunque la sorpresa llega con «The Seafarer» donde tenemos una línea vocal de lo más convencional, dicho esto en el buen sentido del término, una buena fusión de rock alternativo y pasajes instrumentales postmetaleros. Claro que sólo es el comienzo de uno de los temas más completos del disco que termina rompiendo la inquietud hacia el postmetal emponzoñado de «Emerge», donde despliegan unas guitarras heavy progresivas entretejen el clímax final.

La conclusión a la que llego es que el disco, a nivel de ideas, de ejecución, de producción, va sobrado. Tanto que apabulla. Todo apunta a que Wayne pueden dar más de sí. Y a veces, más es menos, es selección, concisión. Porque incluso el post más post y el prog más prog debe mantener el concepto de canción presente, sea esta de 3 o 10 minutos.

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1 de enero de 2009