The Smiths, Simple Minds, OMD, La Mode, The Drums… es muy fácil comparar a El Último Vecino con grupos anteriores o contemporáneos a ellos. Ya que en su segundo disco, los barceloneses se apartan poco o nada de sus referencias y obviedades y siguen apostando por un pop de clara herencia 80s, galopante e inmediato, cuyas mayores diferencias con respecto a su predecesor son unas ideas más claras y unas canciones que vuelan más alto. Bastante más.
«Voces» tiene nueve temas y dura media hora. La banda de Gerard Alegre elimina todo elemento sobrante para ir al meollo de la canción buscando la melodía perfecta y el estribillo matador en un ejercicio de depuración que funciona como un reloj en su perfección. Las canciones se quedan así en una esencia de continua explosión, en una especie de sucesión de hits que dejan sin aliento y que querremos escuchar una y otra vez dada la justa duración de la colección.
Y es que prácticamente todos los temas de este segundo trabajo están hechos para ser singles. Ya sólo los ambientes sintéticos con que comienza la exultante «Antes de conocerme» nos avisan que estamos ante algo grande, pero lo mejor es que hay al menos cuatro o cinco canciones más que vuelan al mismo nivel: «Una especie de costumbre», «Mi amiga salvaje», «La entera mitad», «Nubes grises»… el nivel es tal que poco importa de hecho el tan discutido ‘homenaje’ a «Some Girls Are Bigger Than Others» de los Smiths en «La noche interminable». Que mirándolo bien, ¿no es todo el disco un homenaje a una manera artesanal de hacer pop, respetando los clásicos y copiando a los mejores?
En cuanto las letras, quizá serían el único pero por su sencillez e incluso simpleza (la de «Tu casa es mi coraza» es casi al 100% la repetición una y otra vez del título). Textos sobre deseo, amor y desamor que básicamente existen para servir de complemento fonético a la melodía sin meterse en muchas complicaciones. Aún así, cumplen su función eficazmente a la manera más pura y clásica del pop.
Y es que eso es lo que es «Voces»: un gran disco de pop clásico. Pero además, y sin mucha dificultad, el mejor disco de pop que haya surgido en nuestro país en los últimos años. No es la originalidad su mayor baza, sino la asombrosa capacidad de sus autores para entregar canciones pegadizas y gloriosas en tiempos en que parece que prima más la propia promoción y la pos modernidad estilística antes que un buen (gran) estribillo. Huele a clásico contemporáneo…