4 años después del meteórico ascenso de Turnstile al éxito con su tercer disco, es innegable que la banda ha conseguido llevar sonidos del punk-rock a un público amplio. Tanto «Time & Space» como «Glow On» son discos como mínimo muy divertidos y de su nueva obra podíamos esperarnos muchas cosas, como un mayor protagonismo de la electrónica, el pop o la música urbana. A buen seguro, esperábamos un disco desafiante y que no iba a ser del gusto de todo el mundo. Dicho de otra forma, había muchas probabilidades de que nos bajáramos del barco y estábamos reconciliados con esa idea.
Lo que no esperábamos, en cambio, es un disco continuista al extremo y orgulloso de ello. Solo así se explica que a una portada de cielo en pastel rosa con nubes la sustituya un cielo azul con un arcoiris. De hecho, la banda lanzó como primer single la canción que abre el disco, en este caso «Never Enough», misma estrategia que «Mistery» de «Glow On» y exactamente el mismo tipo de canción. Uno no llega a tener claro si la banda se está riendo de la inteligencia de su público.
«Sole» es otra muestra de su limitado estilo al recordar mucho con su marcial riff y sus ritmos a trompicones a «Don’t Play». Si en aquella el contrapunto interesante lo ponían unos ritmos latinos, aquí los buscan con un desarrollo instrumental de sintetizadores entre espaciales y medio-orientales. Esta es precisamente la gran muletilla en que se apoya el disco para tratar de justificar su existencia: más momentos ambientales, más electrónica y multitud de efectos de producción que no consiguen esconder que compositivamente están en un callejón sin salida.
En «Dreaming» la banda cae en el cliché de usar un ritmo de percusión heredero del reggaeton (previsible, ya lo hicieron Knocked Loose entre otros) y aunque las trompetas le dan un toque más salsero, no deja de sonar a idea reciclada y un poco pachanguera en la onda de los Coldplay más poptimistas. Y es que el disco tiene más «eeees» y «oooos» que nunca para los estadios, por otro lado, de lo poco nuevo que aporta a la ecuación Brendan Yates en un disco repleto de líneas vocales sobadas, limitadas y autotuneadas.
Tan solo la nueva pátina de new wave que escuchamos en temas como «I Care» o el aire disco de «Seein’ Stars» y que nos hacen pensar en The Police, traen un ligero soplo de aire fresco al salirse de su propio patrón de hardcore-punk con cosas shoegaze. Ni siquiera la presencia de la nueva guitarrista, Meg Mills que sustituye a Brady Ebert se nota lo más mínimo.
Quizá lo peor de todo es la inclusión de canciones, por llamarlas de alguna forma, como «Dull» o «Ceiling» que nunca debieron pasar de demos. O engendros tipo «Sunshower» con una primera parte de hardcore mediocre y una segunda parte de ambientación new age. Los pelos como escarpias en el mal sentido. En similar onda va «Look Out for Me», que suena a lo de siempre con un filtro stoner y el flanger a tope y un final de electrónica ambiental cogiendo de nuevo la idea tras la emblemática T.L.C. y despojándola de gracia.
Por si fuera poco, este tema marca el final imaginario del disco (esto ya pasaba en «Glow On», con «Alien Love Call») tras lo que el oyente percibe como una sucesión de bonus tracks en una estructura de disco muy desdibujada. Si bien hay momentos que merecen la pena a medio camino entre hardcore típico y el metal alternativo, podríamos habernos ahorrado el pop-punk de «Time is Happening» y sobre todo la horripilante «Magic Man» que parece un descarte que no entró en un disco de M83 por hortera.
Con todo, no puedo en ninguna forma concluir que «Never Enough» sea un mal disco. Es razonablemente divertido y fácil de escuchar, al igual que «Glow On», pero resulta menos enérgico, cohesionado y excitante que aquel. Sería apropiado decir que es la resaca de «Glow On» a todos los niveles, lleno de ecos a aquel pero con un tono general que transmite desgana y sensación de declive creativo.
