Desde su formación en Baltimore en 2010, la banda de punk rock Turnstile ha estado jugando con los moldes primigenios del hardcore para crear algo diferente. Estos intentos la han convertido en una banda polarizadora. O sea, sospechosa de «indie» para los fieles del género, pero atractiva para quien disfruta del hardcore no como religión, ni con la intención de escuchar clones de las mismas bandas míticas. Ya con el estimulante (y en comparación, muy infravalorado) «Time & Space«, Turnstile consiguieron combinar ese espíritu rabioso y crujiente con melodías pop y elementos que desafiaban la monotonía. Pero es indudable que con «Glow On» han pulsado la tecla que les ha hecho saltar a la palestra. Sea el marketing rosa y los aires de boy-band, sus mayores coqueteos con el urban o simplemente sus grandes canciones (a eso vamos), el caso es que el tercer disco de la banda se ha convertido en un clásico instantáneo del hardcore rock moderno.
El álbum comienza con «Mystery», un enérgico y pegajoso medio tiempo que llega como una brisa noventera. Objetivamente nada hay de hardcore aquí y por eso es una intro tan efectiva, porque simboliza que la banda se aferra mucho más a esas sensaciones positivas que a los gritos o los ritmos machacones. Y eso no quiere decir que no haya de estos últimos, el disco está plagado de momentos para desatar la locura en el pit, pero siempre con un giro juguetón, cuando no en la propia estructura del tema, en la producción, aunque generalmente en ambos. Ahí tenemos a «Blackout» con sus baterías digitales y su momento batukada y «Don’t Play» con sus comprimidas guitarras crossover y sus ritmos tropicales. Te podrá parecer una maravilla o una horterada, pero hay que reconocer el valor de exponerse con semejantes mezclas.
La producción, que corre a cargo de Mike Elizondo (afamado productor de urban y pop), suena artificialmente digital, un aspecto que me sacaba del disco a las primeras escuchas. Oh, la brecha generacional; es probablemente este tratamiento del sonido lo que ha permitido a «Glow On» conectar tantísimo con una juventud tan huérfana en los terrenos del rock. De este modo, se pueden permitir meter riffs dignos de estadio e incluso guitarras de heavy ochentero en una coctelera en la que igualmente caben sonidos de hip-hop y rnb empapados en shoegaze. Y es que sin temas tan «chill» como «Underwater Boi» o «Alien Love Call», colaboración de Blood Orange incluida, seguramente el hechizo de «disco concepto» no se sostendría. Estos temas apelan a la nostalgia para una generación que la trae de serie cual filtro de Instagram.
Me parece este momento tan bueno como otro cualquiera para hablar del traje nuevo del emperador. A «Glow On» le sobra minutaje. No es que tenga muchísimo, pero le sobra, al fin y al cabo es un disco de hardcore melódico, maldita sea. Cuando la citada «Alien Love Call» termina sumida en ese maelstrom psicodélico, hay una sensación de cierre en falso y lo que viene después se hace un poco raro. Y no es que no mantenga el nivel, solo es que se hace un poco repetitivo (especialmente para quien ya disfrutara de «Time & Space»). Turnstile han intentado un montón de trucos nuevos y se agradece pero las costuras dan de sí lo que dan. De esta última tanda nos quedamos con las hombreras de pop nuevaolero de «New Heart Design», la explosión hardcore-IDM de «T.L.C. (Turnstile Love Connection)» y el grungegaze de «Lonely Dezires».
Como su portada, «Glow On» es un disco optimista y vaporoso, una sucesión de pinceladas rápidas que no dejan lugar al aburrimiento. El hardcore se mantiene como fuerza subyacente, pero parece claro que la agresión y los ritmos machacones están llamados a ir disipándose de forma natural a medida que la banda madura. Por el lado cultural, Turnstile entran de lleno en nuevo territorio en tanto que dejan atrás comparaciones antiguas, para ser LA BANDA del hardcore moderno para una generación. Nunca serán nuestros Fugazi, nuestros Refused o nuestros At The Drive-In, pero ya son SUS Turnstile.
