Nuevamente, la pelirroja más famosa del panorama musical nos regala un disco repletito de música: 23 canciones y casi ochenta minutos de duración en un sólo CD. De tratarse de otra artista, probablemente esto nos haría fruncir el ceño y suspirar ante las grandes dosis de relleno que le esperan a nuestros pobres oídos, pero al saber que el álbum proviene de Amos, no podemos hacer otra cosa que regocijarnos ante tal cantidad de música concentrada.
Y es que, si bien su música no ha evolucionado mucho a lo largo de los años (exceptuando las música de cámara de «Boys For Pele» o la electrónica de «To Venus And Back»), un nuevo disco de Tori supone siempre una estupenda colección de pop elegante orquestado por el omnipresente piano, corazón de gran parte de las composiciones de la artista desde aquel lejano «Little Eartquakes», su imprescindible debut.
La calidad del álbum es alta en general y apenas hay material prescindible, por no decir nada, algo loable teniendo en cuenta la cantidad de temas que contiene. Amos ha optado por un tono más rockero que en el quizá demasiado azucarado «The Beekeeper», aspecto que se aprecia en temas como «Teenage Hustling», «You Can Bring Your Dog» o «Body And Soul». Pero también hay cabida para impecables temas pop como son «Bouncing Off Clouds», «Secret Spell», «Roosterspur Bridge» o «Dark Side of the Sun», auténticas perlas que demuestran que el talento de Tori sigue intacto y sigue siendo capaz de añadir nuevos clásicos a su ya amplio repertorio.
«American Doll Posse» es, una vez más, otra muestra del gran talento que emana de esta mujer por los cuatro costados, más significativo si cabe por la constancia que viene demostrando desde el principio de su carrera y, evidentemente, por la calidad de su obra en conjunto desde sus inicios hasta el presente, ya que en este 2007, por lo pronto ha superado a la «Volta» de Björk. Veremos si sucede lo mismo con el inminente «White Chalk» de la Harvey.