Parece que la unanimidad es casi absoluta cuando se habla del nuevo trabajo de los norteamericanos Torche, y de como el retorno de Floor (primera banda de Steve Brooks con origen en los 90’) ha influido en este cuarto larga duración de los de Florida. El peso del sludge, los ritmos monolíticos, y una producción más pesada respecto a sus anteriores “Harmonicraft” y “Meanderthal”, son las coordenadas a seguir en estas diez nuevas canciones de los que hasta ahora eran los reyes del metal-pop.
No es que no haya lugar para el recuerdo de ese punto diferenciador del cuarteto (en “Bishop in Arms”, y sobre todo en “Loose Men”, encontramos reminiscencias de esos momentos llenos de agilidad y colorido del pasado), pero son claramente minoría dentro de un trabajo donde el sludge y el stoner más denso ganan la partida a los estribillos. Serán “Minions” con sus lentas dinámicas casi doom, “No Servants” con su sludge de manual, y la oscurísima “Barrier Hammer”, las que predominen dentro de un disco que, por supuesto, aboga también por la variedad en muchos instantes, y que si bien encuentra en la opresiva producción su seña de identidad común, ofrece variantes que hacen mejorar este trabajo con las escuchas.
Así, el inesperado arranque a piñón en forma de medio tiempo titulado “Annihilation Affair”, va creciendo a medida que nos acostumbramos a un comienzo tan diferente de los que nos tenían acostumbrados. También es muy disfrutable el devastador minuto y cuarenta de “Undone”, el cual se convierte sin pestañear en uno de los momentos más macarras que ha compuesto nunca el grupo. Justo detrás, “Blasted”, se erige en la pieza más coreable de “Restarter”, y su ritmo más básico la convierte en otra concesión compositiva a su pasado… más reciente. Y es que con músicos de tanta trayectoria hablar de pasado siempre es relativo.
No son pocas las veces en las que un simple título de disco nos da las claves de lo que encontraremos en su interior, y con “Restarter” estamos ante un caso más de éstos. La mirada de Brooks hacía sus pantanosas raíces se antoja decisiva a la hora de evaluar la evolución de sonido de Torche, y como muestra final e irrefutable encontramos al final del Lp el tema que da título al álbum, y que con sus repetitivos casi nueve minutos de duración se convierte en la pieza más larga del grupo desde «The Last Word», último tema de su homónimo disco de debut. Machacona y abrumadora, pero de pegadizo riff, “Restarter” es una de las mejores piezas de este trabajo, convirtiéndose también en el ejemplo perfecto de que este es un disco que se va cociendo a fuego lento hasta que terminas no quedando tan a disgusto con su crudeza.