Cinco años han transcurrido desde que Tool dejara a sus oyentes babeando con aquel «Lateralus» que se separó a su vez otros cinco de la obra que les aupó al olimpo del rock, «Aenima». Entronados como se encuentran y encaramados a sus coartadas artísticas, es normal que se tomen su carrera con relajo y sin ningún tipo de presión. Lo cual está muy bien, pero tal vez no hayan pensado que no todo son fans entregados y hay quién en un alarde de exigencia, espera una evolución notable en un lustro.
Así pues tras mil especulaciones, Maynard terminó su ciclo con A Perfect Circle y Tool por fin pudieron grabar este disco, que les afianza en su sonido y en su propio universo ya ajeno a todo lo que sucede en el rock, tal vez demasiado. El título proviene de los 27 años (10.000 días) que la madre de Maynard, Judith Marie, permaneció en coma. Tal vez un eje temático que explique los largos, en ocasiones cansinos desarrollos de un disco al que hay que echarle unas ganas y paciencia que tal vez otro artista no conseguiría reclamar.
Con el primer single «Vicarious» se notó la profunda grieta entre seguidores alterados y detractores deseosos de algo que echar en cara a una carrera casi impecable. El tema es tremendamente potente y 100% Tool. Tanto que deja un agridulce sabor que plantea si estos cuatro grandes músicos no están tomando un poco el pelo al mundo. Los paralelismos con Schism o The Patient son evidentes, mientras las letras más centradas en las miserias de este planeta remiten a los últimos discursos de APC aunque eso sí, elevando la furia a niveles poco vistos en Lateralus. El riff de «Jambi» se introduce en terrenos mas abruptos y rockeros que desembocan en un buen tema pero disperso, de esos que te hacen perder el concepto de canción.
«Wings For Marie Pt1» nos introduce en el silencio, el gran escollo del disco. Servidor no está dispuesto a tragarse nosecuantos minutos de silencios velados por mucha apelación al «concepto» que haya detrás. La canción comienza con intermitencia de un tono de guitarra que deleita los oídos junto a la calidez susurrante de Maynard. Que para un rato no está mal… pero 4 minutos de intro resultan excesivos. Lo peor es que cuando parece que el tema arranca, vuelve a las andadas y descubrimos que esta alargada intro es verdaderamente el tema en sí. «10.000 Days (Wings Pt2)» en cambio, si que merece la espera en un interesante y tensionado crescendo que la hacen una maravilla ambiental que alcanza la furia y vuelve a sumirse en la calma flotante.
«The Pot» es sin duda uno de los singles más claros que Tool haya hecho, al menos en sus últimos 15 años. Melodía arrebatadora, palpitante línea de bajo, Maynard endulzando la voz, un estribillo repetitivo que se repetirá en nuestra cabeza con un taladro «high, high, high…» y un cierto regusto instrumental al hard-rock alternativo de bandas como Soundgarden, pasando por parte de la tropa stoner. Un single en torno a esta canción hubiera sido un lanzamiento más de culto en la obra de la banda. Pero no justifica un disco.
Tras un interludio tribal («Lipan Conjuring»), llega «Lost Keys (Blame Hoffman)» recordando a la intro de «Betterman» (Pearl Jam). Es un corte instrumental que si bien no se puede calificar de canción, rebosa tensión y drama y conduce a «Rosetta Stoned». Ésta comienza fraseada con indescifrables murmullos rabiosos que acompañan a la ya clásica intrincación rítmica de Tool en un ambiente intoxicado que se normaliza hacia el final. «Intension» regresa a la hipnosis susurrada y cálida. Sugerente, con percusiones tribales y arreglos electrónicos, sorprendiendo con un final casi trip-hop.
10.000 Days es un disco llamado a profundizar en la separación del cuarteto del mundo del rock. Los fieles seguirán creyéndose iluminados por seguir sus pasos, mientras los agnósticos tendrán más razones para declararse directamente ateos. Por decirlo de otra forma, mientras algunos se regodean en la genialidad buscando como empalmar la canción 6 y la 3, superponerla con la 10 y hallar una estupenda receta de puré de verduras que la pobre Judith Marie hacía al pequeño Maynard, otros tienen la excusa perfecta para despreciar la obra de un grupo ejemplar, que, al menos técnicamente, se sigue superando.
Capaces de la emoción y el tedio por igual, muchos se preguntan si los Tool de 2006 han perdido el factor sorpresa. Interesante síntoma fue el de los propios fans que proclamaban cuando 10.000 Days se filtró, que aquellas canciones no formaban parte del disco verdadero, aún por editarse. Por supuesto, constatada la realidad se acalló el clamor en pos de realzar la gran obra de los angelinos. Por si acaso Maynard ya se ha montado un proyecto personal (Puscifer), quizá para matar el tiempo hasta el 2011.