Tras alcanzar (merecido) éxito popular y crítico con «Lonerism», Tame Impala se arrojan por fin sin complejos a los brazos del pop con su nuevo trabajo. Sin abandonar la senda de la psicodelia, Kevin Parker ha preferido dejar un poco de lado el rock y a sus adorados The Beatles para centrarse en otras de sus obsesiones: el r&b, la electrónica y, ya sin sorprender tanto desde que lanzaran su versión del «Stranger in Moscow», Michael Jackson.
Así, el número de riffs ha disminuido notablemente, sustituyéndose por multitud de teclados y sintetizadores, voces tratadas y todo tipo de loops y efectos que hacen la experiencia de escuchar este tercer álbum todo un viaje sideral, pero a la vez extrañamente accesible para un público que quizá sólo los conociera de oír «Elephant» por la radio. Lo que dice mucho de la evolución del grupo, que con su debut «Innerspeaker» parecían destinados a revolucionar el rock psicodélico… y lo lograron, pese a quien pese.
El disco está compuesto en general por temas de corte más bien elegante y relajado. Dentro del conjunto destaca por contraste y calidad «Let It Happen», probablemente la mejor canción que haya compuesto el australiano y uno de los mejores temas que escuchemos este año. Un mantra en progresión electrónica que, a pesar de su compleja estructura, se pega inmediatamente, demostrando el talento y la inteligencia de su compositor.
Este gran tema supone a la vez el gran pero del trabajo, ya que al estar situado el primero del tracklist, eclipsa al resto en comparación. Quizá sólo «Reality in Motion», preciosa canción de inmejorable estribillo situada casi al final pueda rozar su nivel. Mientras que unos pasos por debajo se encuentran temas tan apacibles y radiables como «Yes, I’m Changing» o «‘Cause I’m a Man», en los que el citado espíritu de Jackson flota sin complejos acompañado de influencias más evidentes como The Flaming Lips.
«Eventually» es la canción más «Lonerism» del álbum gracias a cierto uso de las guitarra. Como también las hay en la funky «The Less I Know the Better», de clara influencia setentera. «Past Life» resulta un curioso experimento, en el que un recitado pasado de filtros da paso a un sorprendente estallido melódico; mientras que «New Person, Same Old Mistakes» da fin al conjunto de manera más convencional, sacando de nuevo a colación su tema principal: la evolución de uno mismo sin dejar de ser quien es.
«Currents» es un disco que se encuentra a la misma distancia de «Our Love» de Caribou que de «Yeezus» de Kanye West y busca lo mismo que ellos: la sublimación pop a través de la fusión natural de múltiples estilos. Esta parece ser la tendencia dentro del pop global y Parker parece haberla aprendido bien. Quizá muchos fans del principio le abandonen, pero es probable que por cada uno perdido gane otros diez que lo aupen a los escenarios y puestos principales de los festivales más masivos. Y por esta vez estaría justificado.
