Poco a poco, y casi sin darnos cuenta, los Super Furry Animals han llegado a su octavo disco. Ya de por sí esto supone un gran mérito, porque, ¿cuántos grupos nacidos en los noventa han llegado a publicar esa cantidad? Y de los que lo han conseguido, ¿cuántos de ellos hace que no publican un disco como mínimo decente? Es más, si concretamos un poco más y nos centramos en la generación britpop que triunfó durante dicha década, ¿cuántos de esos flemáticos grupos han soportado el cambio de milenio? Que cada uno haga sus cuentas, pero para mí que son pocos…
Pero entonces, ¿qué pasa con los Furries y con este «Hey Venus!»? Pues que siguen en buena forma y se han sacado de la manga otro disco notable, editado puntualmente dos años después del también recomendable «Love Kraft». Y es que a día de hoy puede decirse de los galeses aquello de «no tienen disco malo»… ni mediocre, ni siquiera correcto. Cualquiera de sus álbumes es un gran compendio de pop heterogéneo e inquieto, que oscila entre las melodías más guitarreras de aquel estupendo debut llamado «Fuzzy Logic», la paranoia celta de «Mnwg», o la magistral electrónica psicodélica de «Rings Around The World». Y eso es algo que no pueden decir conjuntos de su misma generación que alcanzaron mayores cuotas de éxito para caer rápidamente en el olvido o la autoparodia.
Y es que realmente, lo único reprochable del disco, aparte de su escasa duración, es algo que en otros grupos sería una tragedia: nos encontramos quizá ante su peor disco. Y este hecho que podría condenar la carrera de un artista o hacerle replantearse su carrera musical, en el caso de Super Furry Animals es algo simplemente natural, después de siete buenos, grandes, a veces magníficos, discos anteriores. Lo único preocupante ahora mismo es tener que esperar su noveno disco, y es que, una vez más, los galeses han dado en el clavo.