Otros que vuelven. La gloria de Velvet Revolver duró poco y los discos en solitario de Scott Weiland no han cuajado comercialmente, por no hablar del penoso intento del resto de la banda junto a Richard Patrick en Army of Anyone, así que el regreso de Stone Temple Pilots se veía venir. En su favor hay que decir que se han atrevido a seguir como una banda al uso y lanzar un disco pronto, lejos de la moda de juntarse para una gira veraniega o dos. En su contra, que la cosa no ha salido todo lo bien que nos gustaría.
En este homónimo nos encontramos uno de esos infrecuentes casos en los que lo mejor del disco se encuentra pasado su ecuador. Porque arrancan con el single «Between The Lines», cruce entre Beatles y Nirvana, que nos recuerda a «Big Bang Baby». Es un buen tema, simple, luminoso y rockero, librándose de los complejos torturados del grunge. Y luego no encontramos más que tedio hasta la sexta canción, «Cinnamon». Y es curioso que esta última nos suene de primeras más cercana a Blink182 (voz de Weiland en tono cándido incluida) que a Stone Temple Pilots y sin embargo sea de lo mejor del disco. Una melodía pop facilona pero efectiva.
Y es que el tono sureño de «Take A Load» con abuso de efectista pre-estribillo incluido, nos recuerda inevitablemente que «Interstate Love Song» fue escrita en 1994. Siguen los intentos de acercarse a la herencia rockera yanki con «Huckleberry Crumble» y su escasa sangre y rematan con la casi paródica «Hickory Dichotomy» y «Dare If You Dare». No, ni el blues, ni el country ni el boogie-rock salvarán a los Stone Temple Pilots de 2010, ya que lo más que consigue este saqueo de estructuras clásicas es dejarles a la sombra de Velvet Revolver. Demasiado lucimiento, alejado de los simples y efectivos riffs que fueron la base del grunge.
Esta nueva vis clásica y setentera no funciona del todo mal en «Hazy Daze» unida a su típico sonido de los 90, pero como decimos, ya la cosa remonta en esta segunda mitad. La rápida «Fast As I Can» es también pasable recordando a los viejos Pilots, aunque parece que suene cansada en el aspecto vocal. Dentro de esta casi constante sensación de que todo lo bueno lo has oído antes y mejor, «Peacoat» no deja de puntuar al alza, dejando claro que las virtudes de la banda van por continuar donde lo dejaron.
Y es que cuando «First Kiss On Mars» nos asalta vemos con la misma claridad de su melodía que Stone Temple Pilots hubieran sido perfectamente capaces de hacer un gran disco de pop a partir de los patrones que ya trazaran en Shangri – La Dee Da. Tal vez por vergüenza o no decepcionar no lo han hecho, pero estoy seguro de que este es su camino, más aún tras escuchar la bonita balada con base de piano «Maver» e incluso la tropical y relajante despedida de la autodefinida «Samba Nova». En definitiva, necesitan mas melodías memorables y menos postureo rock n roll.