/Reseñas///

Standstill – Standstill

standstill - standstill homónimo
BCore, 2004
Productor: Santi García & Standstill
Banda: Enric Montefusco, Rubén Martínez, Piti, Elías, Ricky

Géneros: ,

8.7

Han pasado tan sólo 3 años desde su debut con The Ionic Spell y solo dos desde Memories Collector y el sonido actual de Standstill ya resulta prácticamente irreconocible. La novedad más obvia, el salto idiomático del inglés al castellano que parece obedecer a un ansia comunicacional, ni más ni menos. Eso si, no nos lo van a poner fácil, dado que las letras deben ser arañadas continuamente para sacar conclusiones. El choque para sus seguidores puede ser fuerte a primera escucha, pero es un riesgo que quieren correr para ganar en cercanía a la larga.

Los amantes del hardcore de sus inicios tendrán que conformarse aquí con temas como La Vieja Gibellina, que aúna guitarras pulidas e inquietas con voces nasales e incluso chillonas por momentos, algo casi olvidado en el disco. Los ritmos, oscilantes, muy propios de la nueva escuela, repletos de ecos llámese progresivos, post o lo que se quiera al estilo de unos Mars Volta simplificados. Más destroyer resulta Un Gran Final que se abre con unas revolucionadas guitarras que recuerdan a los Pearl Jam de la época Vitalogy mientras las baterías son aporreadas inmisericórdemente y Enric se desgañita histérico en las estrofas. Pero la canción gana cuando vemos que lejos de ser un ejercicio descolgado dentro del nuevo concepto refinado del disco, siguen engarzando partes melódicas con gran efectividad y sobre todo pasillos instrumentales que dan a la canción un aire esquizofrénico.

Si bien no es nuevo que Standstill se moviesen a medio camino entre el indie y el hardcore (más teniendo en cuenta su afiliación a BCore), la primera tendencia toma gran protagonismo en esta nueva entrega. Así lo ratifica la perezosa Feliz en tu Día con la voz arrastrada que suelta surrealistas retahílas de palabras más que frases propiamente dichas. Por ridículo que parezca, el intentar adivinar como acaban las frases es un gran aliciente en las primeras escuchas del disco, ya que la estructura de la rima previsible es a menudo rota de forma desconcertante. Otro aspecto novedoso derivado de entender las letras es el impacto que provoca en el oyente como las dejan caer como si tal cosa, en una alienante mezcla de desidia y sentimiento, algo de especial relieve en Poema Nº3. Su lírica que conjuga la paranoia absurda con lo social y lo cotidiano, añadida a una base musical envolvente y momentos álgidos tanto a nivel instrumental (riffs de guitarra desbordando la composición) como vocal (rabia perfectamente canalizada y dosificada) hacen de ella posiblemente el mayor acierto dentro de este introspectivo disco.

El recodo a la experimentación, si bien es algo ya ligado al propio nombre de la banda (aunque resulte contradictorio) se puede encontrar en el ejercicio instrumental que supone Gafas de Buzo, jugueteando con el jazz e incluso ambientes lounge con impecable gusto. Más en formato canción podemos hablar del ritmo progresivo que sirve de guía para la turbulenta G.M. que te introduce en una atmósfera de teclados decadentes e irreales que a su vez van tejiendo una enorme tensión instrumental mientras la voz comienza a fluir hipnótica. Las atmósferas van siendo poco a poco dominadas por marcianas y monótonas guitarras que se clavan en tus oídos mientras la voz aunque presente, queda como en un segundo plano en la audición.

Si por algo sorprenderá el disco, además de su citado paso al castellano es por el contraste entre melodías relajadas y letras llenas de sentimientos encontrados por lo general bastante oscuros. Por ejemplo Si Me Levanto está concebida como una nana, un canto de cuna ralentizado, lúgubre y amenazante que les emparenta con los Radiohead más ensimismados. Por supuesto también es chocante el nuevo registro vocal en si mismo, como en 88:88 que recuerda de forma increíble a Marc Parrot. Amén del toque catalán, el carácter intimista que tanto él artista -más conocido por su casposo desliz comercial-, como Standstill le atribuyen a su música por medio de unas letras que ahondan en el surrealismo visceral, hace que su música quede lejana pero ciertamente emparentada. O al menos hasta que los ramalazos post entran en escena.
Sin caer en el rupturismo, también podemos hablar de esos temas que conocemos como perfectos según los cánones de la música popular. El más obvio es Por Todas Las Cosas, que fue single de adelanto sorprendiendo con un poso más rockero que hardcore y una voz más dulce a la par que ácida, donde antes dominaban los estallidos de gritos ásperos. La batería especialmente lúcida, repleta de turbulencias y cambios de ritmo. La otra cara instantánea, más pop esta vez, es Cuando. Un tema en crecendo que comienza frágil para ir adoptando un ritmo tan frenético que invita al baile. Casi sin darnos cuenta, la canción se precipita hacia tesituras más épicas que al combinarse con cierta candidez minimalista, nos asombran en una banda de nuestras tierras (tal vez dejaría boquiabiertos a los últimos Planetas). Y es que cada vez más, bandas de este calibre disipan nuestras dudas sobre si podríamos alcanzar el nivel de los países anglosajones en cuanto a rock. Las bandas están ahí, sólo necesitan una promoción que no llega y cuando llega muchos les dan la espalda. La pescadilla que se muerde la cola.

Pero no nos engañemos, que Standstill es una banda como hay pocas en el panorama español y a cada disco están en una división más selecta. Es ya un tópico decir que contamos con bandas de altísimo nivel, pero otra cosa no menos cierta es que pocas transmiten tanto cantando en castellano como los actuales Standstill. En su nueva aventura han sabido dar protagonismo a unos instrumentos sacrificando la presencia de otros en busca de la imperfección experimental. Consiguiendo sonar inquietantes, tensos y oscuros como nunca y regalándonos algunas de las letras más inspiradas que haya dado el rock en castellano. Por todo ello esperamos tenerles por mucho tiempo, al menos hasta que consideren agotado su potencial como banda, día que, confiamos, tarde en llegar.

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1 de enero de 2004