Annie Clark abre su cuarto disco en solitario de manera fuerte con “Rattlesnake”. Es este un tema complejo, de melodía agresiva sobre una base machacona, casi industrial, poseedor de una estructura de múltiples capas que al principio nos puede desconcertar pero que de alguna manera consigue convertirse en nuestra cabeza en una pieza de pop perfecto que se te queda en pocas escuchas. Podría considerarse como el resumen sintetizado en una sola canción de lo que en esencia supone gran parte de la carrera de la texana, que con este álbum homónimo llega a la consolidación en la mejor de las formas.
Ya que “St. Vincent” continua justo donde lo dejó en el anterior, el también excelente, “Strange Mercy”; añadiéndole algo de lo aprendido junto a David Byrne en su disco común, aunque realmente Talking Heads siempre han estado de manera muy presente en su caleidoscopio sónico al igual que Prince, quizá sus referencias clásicas más obvias. En esta ocasión, la artista se mira a sí misma en el espejo de la portada y entrega un disco acorde a la imagen reflejada: postura en tensión, no ausente de ironía, rematada por la electricidad que delata su nuevo peinado.
Así, podríamos decir que este nuevo trabajo se trata de un disco salvaje y hasta desquiciado dentro de su, en esencia, extrañamente dulce y acogedora música. Ejemplos de sugestivo funk-rock robótico los encontramos en “Digital Witness” y “Bring Me Your Loves”, donde muestra la parte más arriesgada de su propuesta en su conjunción de distorsión y armonía. Igual de atractivo es su particular acercamiento al indie rock con la adictiva “Birth in Reverse” o “Regret”; particular porque no se amilana a la hora de experimentar con las ambientaciones o los ruiditos electrónicos en composiciones que en manos de otros tenderían a ser más ortodoxas.
Las texturas se van sucediendo a lo largo del disco, y encontramos lugar también para cierta cadencia soul en la deliciosa “Prince Johnny”, donde da rienda suelta a su lírica vocal sin abandonar las características de su sonido; e incluso un muy personal ejemplo de ¿synth-pop? en “Psychopath”. Quizá por toda esta experimentación nos sorprenda que se atreva con medios tiempos más o menos tradicionales sin ruborizarse como “I Prefer Your Love” o la dolorosa “Severed Crossed Fingers”, dos preciosas canciones que triunfan por ser honestas a más no poder (‘I prefer your love… to Jesus’).
En definitiva, Annie Clark se muestra en “St. Vincent” como una artista en su apogeo, valiente y decidida, de grandes ideas plasmadas en grandes canciones y con un estilo propio plenamente definido. A base de imaginación y talento está creando una carrera por la que pasa una parte reseñable del pop de vanguardia actual, por lo que en breve podría pasar de hablarse de sus influencias a pasar ella a ser la influyente. Con toda justicia.