Brillantes es la palabra que mejor definiría este cuarto disco de Snapcase, combo neoyorkino de post-hardcore que tristemente se vería obligado a separarse ante la falta de atención por parte de la escena que les vió nacer o la indiferencia de otro tipo de público que sin duda debió fijarse en ellos sino ya con «Designs For Automotion», definitivamente con el giro melódico y conceptual de «End Transmission».
La inmediatez del hardcore es un explosivo arma en todo el disco y se libera con la fuerza de una granada en «Coagulate», que tras un interludio casi dub («Cadence») desemboca en «The Beat» donde la exploración de nuevas atmósferas de piano gana peso a la furia de los gritos, sin obrar en detrimento de un final adrenalínico. Entonces arranca «Believe, Revolt», el himno del disco con lemas positivistas de revolución al ritmo de baterías impotentes y envolventes guitarras.
Sorprende una evolución mastodóntica frente a su aclamado previo disco. Si entonces ya eran punta de lanza de la renovación hardcore, aquí finalizan con la esclavitud a los patrones del género renunciando al sectarismo. Así ocurre en temas con cabida para la reflexión entre las sacudidas como «Ten A.M.» o «New Kata», que hacen uso de melodías más amables que toman prestadas del rock alternativo pero guardando espacios para la denuncia y la sorpresa.
Sus seguidores de siempre no tienen porque estar desencantados, más bien al contrario. Gracias a la mayor heterogeneidad los números más hardcore se ven realzados y contienen muchos más matices en sí mismos. Así ocurre desde temas a medio gas como «Fist Word», arrolladores y martilleantes como «Aperture», nerviosos como «Interrogation» o alarmantes como «Litmus Test».
Una retahíla de discursos flamígeros que llaman a pensar y actuar y tienen su cenit en «Id/Hindsight», que quedará como epitafio de Snapcase. Aquí, por primera vez los gritos parecen entonar una canción acentuando la desesperación por medio de la monotonía de bajo en suspenso hasta el final. Fin de la transmisión, Todo está dicho, ya nadie escucha.