Desde que el stoner puso de moda una corriente revivalista de los 70 que aún perdura, es posible encontrar multitud de bandas de rock, más o menos hard, más o menos blues, más o menos psicodélicas o más o menos metálicas. Pero lo que resulta más complicado es hallar entre esa combinación de sonidos retro, un punto de frescura que me haga pensar que no estoy malgastando el tiempo ni escuchando batiburrillos modernos de grupos anteriores que quizá no me he molestado en investigar.
No digo que Royal Thunder estén libres de ello, tenemos en la mezcla influencias notables. El metal primigenio de Black Sabbath es fundamental, el acercamiento al blues de Led Zeppelin y las trazas sureñas de Molly Hatchet también lo es y por supuesto, ese acercamiento moderno al prog-rock de lo que podríamos llamar la escuela Mastodon. En ocasiones se acercan al sonido de los últimos Kylesa, si Laura tuviera las capacidades de Mlny, auténtico motor de la banda. Y todo esto se nos presenta en un perfecto momento, justo después de que Graveyard reafirmaran comercialmente el estilo con «Hisingen Blues».
¿Cual es el secreto de «CVI»? ¿Qué puede hacer el disco tan atractivo para gente no estrictamente metida en los géneros que practican? La voz es un gran comienzo, ya que pese a su perfecto dominio de la limpieza y el lucimiento hard-rockero, los registros más hipnóticos e incluso grungeros, contribuyen a descongestionar la mezcla consiguiendo que temas cercanos a los 10 minutos se nos pasen con ligereza. Es el caso de la maravillosa «Shake and Shift», una de las perlas del rock psicodélico de la temporada.
Es evidente que la banda queda relegada a un plano más discreto, pero su tenacidad a la hora de recrear tanto climas de lo más clásicos como de construir crescendos post-rockeros propios de unos, por ejemplo, Russian Circles («Blue») resulta definitiva. En otros momentos, llenan prácticamente todo con las melodías de Mlny, tan perfectas que casi parece salida de un «American Idol» del rock.
El ambiente es siempre definitivo en un disco que podemos catalogar de prog-rock. En este sentido, Royal Thunder no pueden entregarnos algo más arquetípico. «CVI» rezuma misticismo, brujería, bosques oscuros, cementerios perturbados y cualquier cliché de ouija que se te pueda ocurrir. Pero también hay algo en su discurrir, en su fuerza y su velocidad que nos sugiere naturaleza salvaje, corrientes implacables.
Una virtud también es lo bien que se mueven en diferentes tiempos. Manejan las distancias cortas con la psicodelia poderosa con remate punk en «Hispering World» o los pelotazos de blues-rock acelerado como «No Good». En la segunda parte del disco acentúan su faceta ambiental, aunque sigan teniendo arranques punk («South of Somewhere») o southern-metal («Drown»).
Si que es cierto que el disco pasa por escollos que le restan instantaneidad, como parte del blues-metal de «Sleeping Witch» y que sin duda con menos minutaje sería un vendaval mucho más efectivo, pero que se encuentra en los favoritos de la hornada hard-rock/metal de 2012 es indiscutible.