La historia moderna del rock no ha sido justa con los entrañables Redd Kross. Nunca fueron lo bastante noise como para codearse con intocables como Sonic Youth o los Pixies, ni lo bastante hardcore para enfrentarse a Hüsker Dü o Minutemen, y evidentemente aparecieron demasiado pronto y eran demasiado hippies como para jugar en la liga grunge. Tampoco ayudó el que pasaran de hacer un particular punk-pop en Neurotica (1987), a fichar por una multi y dulcificar su sonido apreciablemente en este «Third Eye». Parecía un poco que iban dando saltos de un lado a otro intentando probar suerte, y por ello quizá no se les recuerda en un bando concreto y no se le hace justicia a su legado, que demuestra tener una calidad incuestionable en este tercer disco.
«Third Eye» es el disco de la controversia dentro de la trayectoria de los Kross. El grupo tenía una pequeña horda de fans que adoraban sus ramalazos hardcore que contrastaba con la aguda voz de Jeff, cosa que los hacía hasta cierto punto diferentes en la apasionante escena alternativa de los ochenta. Pero con el cambio de década, los McDonald decidieron dejar de lado por un tiempo su vena más rock para homenajear a uno de sus grandes referentes: los Beatles. Muchos no entendieron el cambio y les dieron la espalda, sin saber que habían grabado el mejor disco de su carrera.
Si bien con «Phaseshifter» (1993) volvieron a endurecer sus sonido, adaptándolo a las nuevas olas alternativas que estaban surgiendo a raíz del grunge, creo que este tercer disco es el que debería pasar como gran clásico del grupo. Si bien quizá no sea representativo de su sonido en conjunto, creo que es el que mejores canciones tiene y además transmite un optimismo inaudito dentro de la escena de la época, que te hace tararear durante días y días sus canciones. Y además me parece una inmejorable manera de adentrarse en la discografía de esta maravillosa joya del underground americano que son Redd Kross.