Ya hablamos en su día de las peculiaridades del proyecto Proun cuando analizamos su segunda maqueta. Resumiendo, se trata de una propuesta musical elaborada por dos personas geográficamente distantes en la que Internet juega un papel clave. Su obra se licencia además bajo Creative Commons y esto no es óbice para que en su tercer pequeño (por la duración) trabajo hayan optado por hacer una tirada física más que bien presentada.
A saber, caja de DVD con diseño perfectamente profesional, díptico que concreta su honesta filosofía y un CD con cara interior tintada en negro. En el interior, artwork, enlaces, letras… en fin, todo el material que la tecnología nos permite compartir y que aún a día de hoy no entendemos porque no se incluye también en los discos de grandes artistas. Ríete del concepto cutre de lo que solía ser una maqueta. Y aún mejor, recoge también sus anteriores trabajos, «El Último Verano» y «Fragmentos de un día claro», también con su material relacionado.
Pero que no se pierda lo musical entre la idiosincrasia del proyecto. Esta pista única de casi 20 minutos abre con unas melódicas notas propias del post-hardcore y pronto una voz femenina se arroja a crear una espiral de inocencia a caballo entre el canto y el recitado. Supone un comienzo desconcertante esta calma que precede a la tormenta metálica, pues de pronto la distorsión entra en juego acompañada de una voz que bascula entre el crust y el heavy metal, interpretando la asfixia de sus versos, para finalmente buscar un registro vocal más melódico aderezado por la paranoia progresiva.
Estaba claro habiendo escuchado sus dos demos precedentes que, al plantearse hacer una sola pista esta vez, Proun iba a intentar una fusión de todos los estilos del rock moderno que les influencian, que son muchos. En todo caso esta mezcla les ha quedado más ácida que de costumbre y más difícil de digerir por la propia naturaleza unitaria de una pieza sin embargo en constante cambio. Pero la incomodidad momentánea tiene recompensas en puntos de inflexión como cuando las voces se superponen sobre el minuto ocho para cantar repetitivamente «sentimientos en silencio».
A partir de aquí la instrumentalidad deriva hacia la psicodelia de unos Mars Volta oyéndose incluso instrumentos de viento en un ambiente enrarecidamente jazzie y finalmente regresan a los infiernos asfixiando de nuevo con juegos vocales y alcanzando gran épica en los últimos golpes de rítmica así como en la música restante con algunos ecos de los antiguos Tool. Finalmente nos deja con una cita de Tyler Durden imaginando una sociedad que vuelva a su esencia primitiva, evidenciando lo poco que el «progreso» nos ha hecho mejorar como humanos.
De nuevo, la propuesta de Proun requiere oídos muy educados, ojos abiertos (porque leer las letras se revela casi fundamental) y paciencia para asimilar un corte lleno de intensidad. Pero lo personal de la propuesta merece la pena dedicarle esa atención. Sobre el disco en formato físico, la banda lo envía mientras disponga de copias a quién se lo solicite, sin pedir nada a cambio. Eso sí, animan a hacer aportaciones voluntarias para cubrir los costes de estudio y destinar el posible sobrante a una protectora de animales y plantas o a destinar directamente ese aportación a la ONG de confianza de cada cual.