/Reseñas///

Prodigy – The Day is My Enemy

Prodigy - The Day is My Enemy portada
Take Me to the Hospital / Warner Bros, 2015
Productor: Liam Howlett
Banda: Liam Howlett, Keith Flint, Maxim Reality

Géneros: , ,

5.7

The Prodigy son una formación que ya tiene todo dicho. Nadie puede arrebatar a Liam Howlett y sus compañeros el mérito de haber sido agitadores clave de la escena rave de los primeros 90 y encabezar el movimiento big beat, que cruzó fronteras de le electróncia con rock en la segunda mitad de la década. Y aún así, tantos años después aquí siguen, activos, girando y editando material a diferencia de la mayoría de sus compañeros de generación.

Pero lo cierto es que una vez pasado aquel crucial «The Fat of the Land» su carrera ha sido irregular y a cámara lenta en cuanto a lanzamientos. Muchos años pasaron hasta decidirse a editar aquel amargo «Always Outnumbered, Never Outgunned». El vuelo parecía remontarse con un «Invaders Must Die» que recuperaba en parte su herencia más ravera, pero eso deriva ahora en un «The Day is My Enemy» con mucho fuego de artificio y escasa sustancia. Curioso resultado para un disco en el que Howlett afirma que han trabajado más como banda que nunca. La democracia suena bien, pero si el resultado de que los bailarines participen más es este, tal vez no deberían hacerlo.

Una intro en clave de copia-pega industrial con voz femenina y guiños a «Spitfire» da el pistoletazo de salida a una retahila de temas en los que prima la velocidad y los sintetizadores burlones sospechosamente parecidos tanto entre sí, como muy deudores de las ideas del anterior disco. La mayoría de cortes de «The Day is My Enemy» son en efecto, las hermanas sosas de «Omen» y «Take me to the Hospital». Comenzando por adelantos como la ramplona «Nasty», esa suerte de keygen con voces que es «Wild Frontier» o la pachanguera «Wall of Death».

Y es que pachanguero es un término adecuado para definir a unos Prodigy que parecen sentirse punks con esa pose agresiva y a base de meter voces en casi todo momento, pero que en realidad se acercan peligrosamente a una escena, la de la EDM, que está quitando toda carga artística a la música electrónica. En este sentido lo dice todo que hayan sido capaces de coger uno de los fenómenos más interesantes del momento y lo hayan insertado en un tema hooligan sí, pero anodino. Estamos hablando del dúo Sleaford Mods y de «Ibiza». Sobre su colaboración con el productor Flux Pavilion, «Rythm Bomb», tan sólo observar que es muy cuestionable que Howlett necesite un invitado para parir algo semejante.

Se hace muy difícil crucificar del todo el disco, porque suena potente, tiene truquillos de maestro y no cabe duda de que algunos cortes funcionarán bien en la pista de baile, especialmente «Rok-Weiler». Pero es una mera colección de sonidos bombásticos sin apenas aire ni narrativa. Tan sólo cabe destacar el ecuador con la instrumental «Beyond the Deathray» que nos recuerda un poco lo que esta formación ha sido. «Invisible Ray» no lo consigue.

A la luz de «The Day is My Enemy», The Prodigy tienen que decidir si quieren ser la banda relevante que eran o perpetuarse como fenómeno en la era de Skrillex y los Zombie Kids. Si la respuesta es la primera, estamos ante un disco que requiere una rectificación rápida que enmiende la plana. Se lo deben a los fans, pero sobre todo a sí mismos.

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1 de enero de 2015