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Primus – Green Naugahyde

Primus - Green Naugahyde portada
ATO Records y Prawn Song, 2011
Productor: Les Claypool
Banda: Les Claypool, Larry LaLonde y Jay Lane

Géneros: , , ,

8.7

Últimamente los regresos y los últimos trabajos de algunas de las bandas más queridas de los noventa nos están trayendo algunas de las peores sensaciones de querer ser algo que no son. Así hemos visto caer a muchos, pero el primer disco de Primus en doce años no pasa por el aro de modernidad artificial o del continuísmo más aburrido.

Tras la tenebrosa introducción de «Prelude To A Crawl» comienza la verbena irreverente de «Green Naugahyde» en lo que podría pasar por ser fácilmente la continuación de un «Antipop» que aún recuerda inevitablemente a mucho de los inicios de la banda con «Frizzle Fry», quizás motivado por el regreso de su primer baterista Jay Lane.

El resto es continuista, si, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Para los que hemos disfrutado con lo que la banda capitaneada por Les y Larry ha ido desgranando a lo largo de los años es una bendición ver como «Hannepin Crawler» inicia una carrera de medio fondo por todo el sonido que la banda ha ido creando a lo largo de los años, para acabar con la humorística «Salmon Men», que reutiliza la memorable melodía de «Last Salmon Man» (probablemente la mejor del disco) como ya hicieran con aquel «Here Come The Bastards» hace una década y media.

Las guitarras agudas y sostenidas de Larry Lalonde vuelven a aparecer siempre que el virtuosismo del bajo de Les Claypool no comanda las melodías de las canciones, como ocurre con la juguetona «Eyes of the Squirrel» o con el riff de la divertida «HOINFODAMAN». Igual las baterías vuelven a ser clave en el devenir rítmico del disco, como si las manos de Jay no se hubieran separado de el impredecible e inseparable dúo.

Pero si hay algo que marca la diferencia en un disco de Primus es el arrebatador talento de Les Claypool. No es ya sólo la increíble tenacidad con la recorre cuerdas y mástil, sino que además tiene una personalidad en cada composición que está al alcance de muy pocos. Por ejemplo, el funk-folk de «Lee Van Cleef» o el oscuro pasaje de «Green Ranger» nos demuestran que no cambiar a veces es algo muy bueno, al menos si tienes de tu lado a un genio como Les.

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1 de enero de 2011