Fruto del indie de su tiempo, de la aceptación del autotune y de un entorno en el que triunfan Bon Iver (amigo y padrino) y diferentes amantes de la mezcolanza genérica como The xx, M83 o Salem, son Poliça. Son o es, porque el proyecto parece enfocado a la personalidad de su cantante Channy Leaneagh pero sale más de la cabeza de Ryan Olson. Son sin duda las partes vitales de un quinteto que se mueve entre lo orgánico y lo sintético, esto último exagerado con filtros vocales que en ocasiones llegan a parecer paródicos.
Pero esto ya no es nuevo en la música popular, hace tiempo que todo vale siempre que lo digan los magazines de tendencias y es fácil deducir que en ellos cae en gracia esta mezcla de pop con electrónica y r&b, aunque me temo que sean estas mismos medios los que le pongan una fecha de caducidad corta. Y es que además, las deudas de la banda con el trip-hop de Massive Attack (véase el ritmo calmoso y dub de «I See My Mother» o el groove de «Dark Star») son demasiadas como para creernos que hay alguna innovación aquí.
Lo más curioso es que titulen a un tema «Wandering Star», ¿Tan difícil era no repetir un título de Portishead? En fin, la citada es casualmente uno de los números con mejor gusto, pero los puntos fuertes de Poliça están en esos temas tan susceptibles de calar en un fan de Beyoncé como en uno de Beach House. El cruce de saturado witch house y r&b de «Amongster» o la agitada y sensual «Violent Games» son buenos ejemplos además de esa lustrosa producción atmosférica que baña todo el disco. El sonido, lleno de ecos suscita escalofríos al ser escuchado con detenimiento, a veces hipnotizando y otras dictando al corazón el ritmo al que ha de latir.
Con ese valor de sonido y esa fórmula tan estudiada para caminar por la cuerda floja entre el indie y el mainstream es una pena que se permitan el lujo de incluir temas tan sosos como los que comienzan a aflorar en la segunda parte del disco. «Form» resulta insípida, «The Maker» parece puro relleno y para cuando llegamos a «Lay Your Cards Out» nos da la sensación de que esto ya lo hemos escuchado.
Por supuesto Poliça suenan sugerentes, hermosos, algunos dirán que hasta mágicos y encandilarán con unos cuantos singles lo mismo en clubs que en anuncios o incluso bandas sonoras. Porque tienen buenas canciones. Pero algo me dice que mientras la mayoría de grupos citados en el primer párrafo están llamados a escribir la historia de la música moderna, el sonido de los de Minneapolis no tiene demasiado recorrido y en unos años será tan repudiado como lo más ampuloso del synth-pop fue rechazado en los 90. Por si fuera poco, las letras de portada en una línea similar a las de «Drive» (bombazo del cine indie del pasado año) nos invitan a desconfiar un poco más de este cóctel de modernidad.