Vayamos al grano. Asistimos con este segundo disco de los madrileños Nothink a una evolución que debería asombrar incluso al más devoto de la banda. No es que se hayan convertido de gusano en mariposa, pero el caso es que, a pesar de los años que llevaban siendo una de las bandas más comentadas en los círculos post-grunges, «Bipolar Age» siendo un gran debut, no hizo sino calmar la sed de disco. Y pese a los parabienes recibidos no dejaban de ser un grupo de calidad como los muchos que rondan sin suerte el panorama español.
Por ello sorprende y alegra que «Spotlights» nos trae a una banda mucho más personal y que sabe sacar mejor partido a sus armas. El paso adelante se comprueba ya con el segundo tema o primero tras la intro, «Welcome to Hill Valley». La voz de Juan presenta nuevos registros más dulces y forzando los agudos, lo cual marca la diferencia con el timbre más bien lineal que escuchamos en su debut. Además se observa un nuevo matiz expansivo entre sus silbidos progresivos.
En aquel primero intento tal vez la producción de Santi García les otorgase un sonido demasiado próximo al de los últimos No More Lies, pero lo que funciona como un tiro para los de St. Feliu, a los madrileños les hacía sonar pesados, abigarrados, demasiado enfocados hacia la rabia y la potencia. Pero aquí, banda y productor lo enmiendan con una instrumentación más rica y exótica, acompañada de un sonido más envolvente, que no duda en hacer uso de sintetizadores u orquestaciones.
Pero no hay que asustarse, porque Nothink rockean igual de fuerte, ahondando en esa mezcla entre grunge que les afianza como tal vez el grupo de rock alternativo (ese estilo indefinido en que uno mete a Weezer, Nirvana o Queens of the Stone Age) con mayor proyección del país. Casos hay para dar y tomar, como «Polaroids» o el single «Kill! Kill! Genocide», por otro lado los dos temas más parecidos del disco. Hablamos de contundencia como tenían los puntos álgidos de «Bipolar Age», pero con un ensamblaje melódico más elevado.
Hay toques stoner muy visibles en por ejemplo las andanadas iniciales de «Enemy’s Meeting Point», que luego incluso cuenta con melodías vocales que recuerdan a Dredg. También hay guitarras de alto octanaje al comienzo de «Unite & Restart» que pese a su apariencia dispersa se destapa como uno de los estribillos más perfectos que el tío haya dado a luz, con épica vocal de tono optimista. Y no hay que olvidar los guitarrazos del bonus track, «Mexican Believer», especie de puente ágil entre su sonido viejo y el nuevo.
La muy cuidada estructura del disco hace que la recta final no se atore en la caña, sino que es especialmente intensa. Primero viene «Reading Between The Lines» que huele a clásico catárquico para el directo. Pero centrándonos en el disco cuenta con dos partes, la primera con la voz sepultada por un riff constante de guitarra y que pierde esta atmósfera «sorda» justo en el ecuador para que entren en juego Dani Llamas de G.A.S. Drummers y No More Lies al completo. Trazando el eje entre las tres bandas no es difícil imaginar como suena una canción del gusto de todos y que suena a aquellos maravillosos 90’s por todas partes.
Para finalizar, la balada «Silver Bridges to Heaven» supone un salto cualitativo de verdadera impresión frente a su «equivalente» del debut, tal vez uno de los puntos más flojos de aquel. Aquí se desprenden de esa manido esquema post-grunge para realmente emocionar con lo que podríamos denominar emo orquestal. Ah si, importante la alianza con la Filarmónica de Kiev, cuyos instrumentos ayudan, junto a la voz de Ramón Rodríguez de Madee (experto en lides emocionales) a que realmente estremezca este final. Simplemente derrocha belleza.
El paso que ha dado Nothink del primer al segundo disco es realmente encomiable y lo mejor de todo es la naturalidad con que se ha dado esta evolución. No han necesitado de una reinvención, ni de un cambio de tercio desesperado, tan sólo dejar fluir sus ideas sin temer un resultado final que no nos engañemos, podría haber salido rana. Y es que parece claro que muchos de los temas han crecido en el local de ensayo a base de improvisación y de eliminar barreras.