Por superpoblado que esté últimamente, el territorio instrumental no deja de dar agradables sorpresas. Lo de Nodding by the Fire se puede clasificar en este apartado. Y es que los leoneses, más bien ajenos a las pretensiones filosófico-estéticas del post-rock, se dedican a firmar pequeños retazos de levedad ambiental y aire cinematográfico.
Con una gran riqueza instrumental dentro de lo acústico recrean en este segundo disco o EP, ambientes cinematográficos, filmados en los polvorientos escenarios del género western y en las cobrizas praderas del sur estadounidense. Estos temas parecen alternarse, ganando la evocación de paisajes campestres de la mano del metalófono en «I’ll Tell you a Story» o los tonos fronterizos en «Far beyond the border» con armónica o banjo.
Es muy destacable la rica instrumentación a lo largo de estos diez temas. Panderetas, melódicas, diferentes cuerdas y vientos, aportan al disco una heterogeneidad casi al límite, al menos sin salirse de esa propuesta de folk instrumental. Esto, unido a la brevedad de las canciones, dos minutos de media, algo que juega en favor de su coherencia interna, redunda en una escucha ligera, lo justo para apreciar sus detalles sin caer en el exceso.
Por su propio carácter, apenas sobresalen unos temas sobre otros, pero podríamos hablar de la autenticidad de la armónica en «The Best dog in the world», de la meditabunda «Cruz de Figalina» o de la melódica y crepuscular «Night blooming», western musicado con castañuelas incluidas. En momentos así, recuerdan a una versión más tranquila de los sublimes Le Noise.
Un conjunto homogéneo tejido a base de melodías de base acústica. Engalanándolas con semejante buen gusto, estos leoneses nos dan el pego como si se tratara de un grupo de cualquier estado del medio oeste estadounidense. Desde luego el espíritu lo tienen.