La escucha de “There’s a Man With a Gun Over There” nos transporta a localizaciones situadas en el Nuevo Mundo y nos retrotrae irremediablemente a décadas pasadas. Ya que todo en este cuarto disco de los pontevedreses suena a rock clásico americano; ése que va desde Stephen Stills y Bob Dylan hasta de The Band o la Creedence. De hecho, nadie lo pondría en duda si le dijesen que el álbum proviene de una banda de California o Texas y que fue publicado en 1970 o 1971.
En este afán de sonar lo más americano posible pueden compartir ciertas directrices con bandas contemporáneas de aquí como Corizonas, aunque sin ese afán tan lúdico y espectacular de los madrileños. Niño y Pistola suenan en su cuarto disco más introspectivos y lánguidos, como si quisieran que nos imagináramos el día a día en aquella tierra de sueños con la mayor fidelidad posible; dejando pasar las horas muertas apalancados en el porche guitarra en ristre, decidiendo si merece la pena ponerse en marcha dirección Nashville o San Francisco.
A pesar de su carácter anacrónico, el concepto del álbum es actual o, al menos, atemporal: un hombre que, tocado de muerte por la crisis, mata a su jefe y emprende un viaje a los orígenes. Una historia muy clásica y cinematográfica por otra parte, que casi adquiere dotes de banda sonora por la ausencia de pausas entre canciones: casi todas comienzan justo donde acaba la anterior, como si de escenas en la vida de ese personaje se tratasen..
Quizá por ello, se mantiene un tono bastante homogéneo en estas diez canciones, oscilando todas dentro de la frontera tan difusa entre el country y el rock. Pueden destacarse, o más bien nombrarse por el parecido nivel relativo entre ellas, piezas como “Fifty Dollars in My Hand”, “And Then the Rain Started” (homenaje/tributo claro a la banda del fallecido Levon Helm), “Back in the Years” (como una demo perdida del “Harvest” de Neil Young) o “We’ve Had Enough”.
“There’s a Man With a Gun Over There” es un disco sin trampa ni cartón. El título proviene de una canción del mencionado Stills y, según los agradecimientos que pueden leerse en la carpeta del álbum (precioso artwork, por cierto), no rehúyen sus influencias más inmediatas precisamente. Quizá podría achacársele a Niño y Pistola su excesiva fijación por el rock de siempre de aquel país y su poco interés por las corrientes más actuales, pero cuando se presta atención a los detalles de su música, comprendes que lo suyo lo hacen con pasión y convicción. Y eso es lo importante.