Se hace complicado reseñar un álbum del grupo que quizás más ha marcado a nivel emocional la vida del que esto escribe en el último lustro. Y resulta complejo entre otras cosas porque después de tres discos casi perfectos como eran “Alligator”, “Boxer”, y “High Violet”, esperar que el nivel del nuevo trabajo de estos afincados en Brooklyn siguiese a la misma altura era una quimera que ni el más confiado de los fans podía esperar. Y hablo de fans porque no puedo si no declararme fan, y de los acérrimos, de la banda que lideran Berninger y los hermanos Dessner. Que ocurre con esto, pues ni más ni menos que el sentido crítico se te puede nublar frente a una colección de canciones a las que de un modo u otro les terminas sacando algo positivo. Ya sea una frase aquí, un punto de apogeo épico allá, un ritmo de batería que se te clava en el cerebro por acá, o un susurro sobrecogedor por otro lado, el caso es que cuando una banda te ha demostrado sobradamente su casi indiscutible fórmula de hacer canciones sobresalientes, se complica el desconfiar de ellos en pos de analizarles con una mirada más objetiva. A esto habría que añadir que si tras mucho oír hablar sobre su irregular directo, observas con tus propios ojos que, si esto era cierto, la banda a día de hoy lo ha enmendado del todo, pues no te queda sino afirmar que a día de hoy The National además poseen una propuesta escénica sin rivales entre las bandas que intentan jugar su liga. En definitiva, y por cerrar esta reflexión con una conclusión de todos menos clarificadora: ¿cómo voy a reseñar a un grupo que me gusta siempre? Bueno, pues aún así voy a intentarlo.
De primeras se puede decir que en “Trouble Will Find Me” la sensación de que The National se han hecho un pelín (más) mayores es evidente casi desde la primera escucha. Los medios tiempos orquestados le ganan la partida a aquellas explosivas canciones que abarrotaban sus pasadas obras, y de esta forma los temas donde la épica parecía llegar a unos límites que el indie quizás no había conocido, quedan en clara minoría en el sexto disco de la banda. ¿Se puede criticar (en sentido negativo se entiende) su falta de atrevimiento? Sinceramente la respuesta sería otra pregunta. ¿Acaso alguna vez The National trataron de innovar en algo que no estuviese hecho ya antes?
Dicho esto, es cierto que hay que dar cierta razón a quienes echan de menos esos momentos de rabia que canciones como “Mr.November”, “Fake Empire”, o “Lit Up”, ofrecían en la mágica trilogía anterior, pero no nos volvamos locos, ya que sin llegar a la grandiosidad de las mencionadas, en “Trouble Will Find Me” también hay intentos, y para nada desdeñables, de cubrir ese espectro con temas como «Don’t Swallow the Cap», «Sea of Love» (tremendo final de voces dobladas y coros varios), o el reverso post-punk optimista en que se convierte la notable «Graceless». El detonante por lo tanto para calificar el nuevo Lp de The National como de inferior respecto a sus predecesores, no radica según mi opinión en que estos temas sean de menor calidad o menos experimentales, si no en que son menores en número y eso da un desequilibrio que hasta el momento no se había producido en sus más reputadas obras. Y pese a que no hay nadie a día de hoy componiendo medios tiempos al nivel de los que se encarga de cantar y poner letra el genuino Matt Berninger, sí que se puede sentenciar que en “Trouble Will Find Me”, por primera vez en su carrera, pueden llegar a cansar.
Cansar, esa es sin duda la palabra clave. Y es que incluso de lo que más te gusta en el mundo te puedes llegar a cansar. Y aunque la orquestada «Fireproof», la emocionantísima «I Need My Girl», la sugerente «Demons», o el tema que cierra el disco «Hard To Find», siguen estando al nivel emocional que se espera del quinteto norteamericano, sí que por su excesiva cantidad, los momentos reposados pueden llegar a tener algún momento más bajo. De esta forma me veo obligada a no salvar a canciones flojas como “Humiliation” o “Heavenfaced”, en las que ni siquiera esos pequeños detalles que, hablábamos antes, siempre tienen las composiciones de The National, tienen una aparición destacable.
La infalible fórmula de la banda da algún síntoma de fatiga, y eso con una banda como ellos puede ser síntoma de declive, pero también puede ser una clave para su asentamiento de finitivo si se saben acomodar como es debido. Solo de ellos dependerá que el posible hastío de su receta les termine devorando en futuras obras, o que por el contrario no terminen de romper ese equilibrio tan importante en sus discos, y que aquí aún mantienen. Si lo logran seguirán demostrando que haciendo indie-rock épico y melancólico son, sin duda, la mejor banda del mundo en la actualidad.