Pocos álbumes editados el año pasado resultan tan engañosos a simple vista como el octavo disco de los hiperprolíficos Of Montreal; ya que detrás de luminosas y premeditadamente ingenuas melodías a base de mucho sintetizador, mucho ruidito e irresistibles estribillos, se mueve la perturbada mente de Kevin Barnes, alma máter de estos paisanos de R.E.M. y B-52’s (son de Athens, Georgia), narrándonos una historia que tiene más que ver con la tragedia glammie de Ziggy Stardust que con los desfiles de colores y los dibujos animados.
El concepto en sí tiene tanto de autobiográfico como de ficción, ya que narra la supuesta transformación de Barnes en su alter-ego Georgie Fruit, una estrella del glam rock atrapada en una red de moda y drogas y que prosigue con esa dualidad entre inocencia y algo más oscuro que destila todo el álbum. Este proceso llega a su clímax en la canción que es el eje central del álbum: “The Past Is a Grotesque Animal”, un ejercicio de pop progresivo (¿existe tal termino?) de 12 minutos de duración, pero que necesita del resto de temas para conocer las causas y consecuencias de tal acto.
Grabado, producido y compuesto casi en su totalidad por Barnes, con la colaboración de la familia y amigos más cercanos, “Hissing Fauna…” es un trabajo que su autor creó como terapia contra el suicidio y la depresión. Y el resultado final es un caso atípico dentro de los álbumes que surgen dentro de estas circunstancias, ya que ¿cuántos discos de este estilo te incitan a mover el esqueleto? Pocos, me parece a mí.