Con su primer disco en castellano, Maryland han dado un nuevo salto cualitativo. Aunque el cambio de idioma no haya supuesto un giro demasiado drástico y su música siga situándose entre el power-pop, el emo y el punk-pop, han conseguido reunir una colección de buenas canciones que diría se trata de la mejor que han logrado crear hasta la fecha.
El comienzo repentino del tema homónimo, con ese riff en primer plano, ilustra que con su tercer disco no se han poperizado precisamente, sino que las guitarras están en primer plano. Lo mismo puede decirse de hits directos como “Hoja de ruta”, “Declaración de intenciones” o “La Caleta del Sol”. Y es que parece que, al sentir y cantar letras entendibles por todos, los gallegos han ganado en autoconfianza y esto se ha cifrado en un sonido rotundo y mordiente, lejos de las miradas al mainstream que algunos han querido ver en esta maniobra sólo por entender ahora las letras a la primera.
La banda no esconde influencias como las de Nada Surf, Jimmy Eat World o el emo de hace una o dos décadas, que ellos reflejan estupendamente en temas como “Viaje a Tasmania” o canciones de calado más emocional y melódico como “Al Cielo en ascensor” o, evidentemente, el acústico final de “Camino”; temas que pocos rivales encuentran dentro de la escena nacional ahora mismo.
Y es que en esencia “Los años muertos” es un buen trabajo de artesanía, en cuanto a coger elementos reconocibles por todos y ensamblarlos con cariño y buen hacer para crear un resultado satisfactorio. Qué básicamente es lo que han estado haciendo Maryland durante toda su, aún corta, carrera. Y si por ahora les ha resultado, ¿por qué cambiar el método ahora que les ha salido mejor que nunca?