Maleza es un grupo independiente de Panamá formado por un colectivo de músicos de dilatada trayectoria en el underground de su país. Se dice que hacen rock alternativo a falta de una etiqueta más definida y de igual concisión, aunque a la banda no le gusta este cliché y escuchando su música es normal, ya que poco tienen que ver musicalmente con Nirvana o Smashing Pumpkins y el sonido guitarrero que se le suele asociar a ese género. Máxime cuando en su propuesta caben ingredientes desde el indie-rock hasta el jazz pasando por el post-punk o el folklore panameño.
El Tema de Toto abre el disco con rock latino de percusiones exóticas y letras desesperanzadas de contenido social. La psicodelia hace acto de presencia en las guitarras conforme la letra adopta un tono más vitalista con la incertidumbre siempre presente. La voz, grave y afectada se muestra hipnótica en los momentos finales. El tema se va dejando llevar cambiando de sonoridades y extendiéndose hasta los seis minutos y medio. La historia de la mencionada percusión es interesante ya que, casi por casualidad no tocan con batería al uso, sino con una peculiar mezcla de componentes percusivos como una darbuka de Pakistan, otra de Egipto, un redoblante, un bombo, tabla, tumbadoras, bongos, platillo y flortom. A este invento le llaman «no batería» y así, tal efectiva amalgama arropa por ejemplo Luna en el Madrigal que no se aleja tanto de ciertas composiciones de Los Planetas más relajados, grupo del que por otra parte dudo que lleguen noticias a Panamá. A destacar una producción brillante que realza la emotividad de la pieza, instrumental y vocalmente hermosa, coros incluidos.
Candanga suena con una estridente y atropellada base rítmica recordando a los Sonic Youth más exaltados. Pero súbitamente el rumbo de la canción vira por completo hacia atmósferas más calmadas y jazzies. Las letras poéticas combinan realidad y alienación sentimental con cierto grado de abstracción mientras las aparentemente relajadas guitarras resultan punzantes como puñales. Una segunda parte de Candanga será la encargada de cerrar el disco entonando esta vez con más histerismo la frase; «nacen, crecen, se reproducen y mueren», con una instrumentación más rica y un aire vibrante y post-punk, gracias en parte a Chale Icaza, batería invitado que participa en tres temas del disco.
Como no todo en el disco es experimentación, Maleza demuestran en algunos cortes que pueden hacer melodías pop. En este caso Carros Rojos sería lo más cercano a un single, especialmente porque tiene la duración más estándar de todo el disco. Una voz penetrante a medio camino entre Ian Curtis y un Barry White con alma de bolero mediatiza inevitablemente esta canción envuelta en marasmos de guitarras atonales. O también se puede hablar de Nacer para Morir, sorprendentemente animada con un ritmo cálido que cruza los aires tropicales con sonido de orquesta retro. Aún siendo el momento más optimista del disco, está lleno de giros bruscos hacia tesituras más relajadas o espirales esquizofrénicas próximas al jazz ruidoso.
Por lo leído ya os podéis hacer la idea de que Lado A es una obra difícil de escuchar. Aunque hay algún que otro corte más atractivo a primera escucha por una u otra razón. Como el reclamo que el grave sonido de bajo ejerce en la lúgubre La Ciudad de los Zombies, apelativo que asocian a su propia ciudad, Panamá. El tema adopta forma de indie rock siniestro con una oscura atmósfera que se enriquece con la voz susurrante. Aquí los toques jazz llegan a ser patentes con un dilatado solo de saxofón y flauta a cargo de Eduardo Irving sobre la inmutable base rítmica. Lo surrealista y descarnado de la letra tal vez fue lo que me atrajo en principio de Sistema Nervioso, cuya palpitante guitarra hace inevitable recordar de nuevo a la banda de Thurston Moore y Lee Ranaldo, idea que se afianza con la entrada de las baterías cavernosas y repetitivas. Curiosamente este es el tema más extenso, llegando a los ocho minutos.
Algo diferente. Eso es lo que sin lugar a dudas encontramos en Lado A. Sonidos ásperos, oscuros y experimentales. Un ejercicio de dispersión del que se pueden colgar adjetivos como hipnótico, ácido, introspectivo, profundo… Algo que no estamos acostumbrados a recibir de Latinoamérica cuya visión musical tenemos distorsionada por «artistas» que ponen su cara en la portada y ofrecen poco mensaje. En clara oposición, los textos de Maleza destilan emoción, no de forma explícita, sino abundando en la metáfora y la poesía abstracta para sumirse en una realidad un tanto fuera de quicio.