Que las vidas de los componentes de Maga pasan por un momento dulce queda fuera de toda duda. Sólo así se explica el tránsito del frío e instrospectivo disco negro, al rojo de esta tercera entrega, que ellos gustan de calificar como más «luminoso» con razón. También más directo, melódico y en definitiva, más accesible, este puede ser el álbum que les abra las puertas de un público más general. Un cambio de rumbo que encontrará entusiastas y detractores gracias a la pérdida de peso de la complejidad electrónica para reflejar más fielmente la expresión del sonido en directo del trío.
Es una sensación que se comienza a tener ya con la apertura de «Al Dictado», susurrante y marcada por el bajo. Las letras surrealistas, la voz con giros alambicados y la música envolvente nos remiten a una versión pop de los últimos Standstill. Un arrollador comienzo de toque progresivo que tiene su continuación en la pegadiza «Hormiga» que rescata un tanto el gusto por el ritmo sintetizado y en la abstracción de «Mi Casa de Pájaros», los momentos de mayor inquietud tanto a nivel vocal como instrumental, con brotes de psicodelia flotante.
El trío ha buscado colaboraciones que demuestran lo poco apegados que están a una escena. Florent de Planetas pone su sabiduría en las cuerdas al servicio del single «Pasó el cometa», el tema más clásico del álbum, power-pop soleado con cierto regusto a Weezer, aunque tal vez demasiado cargado en su efectivo estribillo. Más inesperada es la aparición vocales de Andrea Echeverria de Aterciopelados en la frágil y seductora aproximación a la música de salón por medio del piano que es «El Cristal Por Dentro». Por último German Coppini (Golpes Bajos) hace lo suyo en «Trampa en la Boca», uno de los momentos más rockeros y agitados.
Aunque es innegable la pegada de algunos temas más estandarizados, como el propio single, los mejores momentos del disco llegan cuando afilan su pop llevándolo a extremos intensos, generalmente de la mano de la lírica. En el reverso tenemos un disco menos sorprendente, pero lo que queda claro tras unas cuantas escuchas del disco, que el trío ha conseguido de verdad plasmar su particular y pequeño universo, casi ajeno a cualquier injerencia exterior. Espejos, cometas, colores… Maga continúan buceando en su particular universo, aunque esta vez salen más a la superficie a buscar el sol.