Tras un periodo entre discos inusualmente largo para los tiempos que corren, los sevillanos Maga han dado carpetazo a los colores y a las entregas numéricas con un nuevo batería, un nuevo sello y una clara intención de pasar a sonar como suenan Maga encima de un escenario.
Para bien y para mal se acabaron las baterías programadas, los mantos electrónicos y los múltiples arreglos que ya habían mostrado en sus tres anteriores LP’s. Desde ese precioso adelanto que es «Sal y Otras Historias», que también abre éste «A La Hora Del Sol», podíamos atisbar que la excelente labor de Miguel Rivera con su voz y la de unas letras tan trabajadas como éstas iban a tomar la delantera en este nuevo camino. También podíamos ya intuír que esa nueva senda iba a ser un camino mas luminoso y mas positivo, siguiendo la busqueda del Sol que ya planteaban en «Rojo (III)». El ejemplo perfecto es quizás «Canción Para Septiembre», de cuya letra se toma directamente el título del álbum.
El resto de la banda no es que permanezca en la penumbra tampoco, ya que precisamente en este disco hay menos oscuridad que nunca. Si es cierto que todas esas señas de identidad que no son la melódica voz y las personales letras están menos a la vista que en las obras previas de la banda. Para bien y para mal, Maga han tomado su particular y variado estilo, para pasar a sonar a una banda con los pies en la tierra. Este nuevo discurso los acerca mucho a ser una banda más en la línea de unos Lori Meyers o Vetusta Morla cualquiera (estilísticamente) , pero que aún juega sus particulares bazas con temas desnudos pero melódicamente perfectos como «Martes» o con una melancolía marca de la casa como la que demuestran en «La Balsa».
En lo que podemos aventurarnos sin temor es a apostar que estas canciones en vivo no presentarán las dificultades que mostraban los temas de su anterior periodo. En los próximos días se podrá comprobar con la gira de presentación de «A La Hora Del Sol».