/Reseñas///

MaderaCore – MaquetaCore

MaderaCore - MaquetaCore portada
Miusichole, 2008
Productor: Javi Peña, Borja Muro
Banda: Luis Ranedo, Kepa Rodríguez, Alberto Zubizarreta, Borja de Miguel

Géneros: , , ,

8.0

Que Standstill han dejado una huella profunda en la música independiente nacional es ya un hecho. No es un fenómeno tan atípico, lo que sucede es que aquí rara vez algo surgido del subsuelo underground llega a alcanzar tanto predicamento como para que otras bandas lo tomen de ejemplo. Al César lo que es del César y teniendo esto claro es como debemos afrontar el EP o maqueta de los bilbaínos MaderaCore.

Aunque he leído críticas por ahí al nombre (debe ser que no es cool o algo) creo que define bien el sonido de la banda, a quién quiera entenderlo. Sin embargo, parece que se debe a otra metáfora, la del ser humano como marioneta, una idea ya clásica la de que el ser humano viva manejado y en una lucha constante, oscilando entre la comodidad y la libertad, que la banda asocia al cuento de Pinocho. Esto imbuye MaderaCore en todos los aspectos, desde el nombre de la banda hasta el concepto del disco y sus canciones.

En cuanto al sonido, la misma voz recuerda a la de Enric Montefusco, aunque generalmente aquí un poco más oscura y profunda, pero comparten la rítmica y musicalidad. Así se muestra en los dos temas en que tiene más protagonismo y por ende las letras quedan más patentes. Estamos hablando de «Mil partes» y «Diáfana la Botella», esta última también recogiendo recursos que los barceloneses han usado, como las palmas. Esta podría ser la parte de madera de la banda, la más tradicional y sencillamente melódica, aunque como digo, los ritmos son casi más importantes que la propia melodía.

Por su parte, la inicial «Peso Armónico» y «Ropa Mojada» tienen ese regusto posthardcore que los alejaría de la denominación pop. Apenas testimonial, pues ni unos trompicones una voz rasgada gritando en desesperación ni unos repentinos cambios de tercio definen el enrevesado género por sí solos. «El Ebanista» pone punto final a un disco que precisamente se distingue por esa alternancia o conjunción (según los casos) de los rítmicos sonidos de guitarra española con la electricidad, aquí usada más para crear ambientes. No es de extrañar ya que las canciones fueron al parecer concebidas en formato acústico.

A la hora de hacer una valoración es obvio que su mayor prioridad debería ser desmarcarse de la pronunciada influencia. Pero bueno, tampoco es cuestión de crucificar a quién toma cosas prestadas de bandas de aquí y aplaudir a los que plagian alegremente a Fugazi o Joy Division, ¿no? Habrá que ver como se desenvuelven en un futuro disco de larga duración, de momento, tienen canciones más que resultonas.

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1 de enero de 2008