Desde que comenzamos a escuchar y leer el nombre de Living Things por ahí nos asaltaron comparaciones, cuanto menos sospechosas. Los hermanos Berlin presentados como los nuevos Gallagher, el disco «Ahead of the Lions» comparado con el «Nevermind» de Nirvana… estaba claro que su compañía de management se engañaba o quería engañarnos a nosotros. Pues bien, descubramos a la banda de las comparaciones más desafortunadas oídas en mucho tiempo.
El disco comienza arrollado con un primer track incendiario y deudas a los Stooges que seguirán a lo largo del disco, especialmente por ese rock&roll directo y en la frontera del punk. Con un desparpajo que se come a los Strokes y ciertos modos post-punk, Monsters of Man evoca el exotismo de los Stooges del Fun House. Por último no podemos desligar a la banda de la iguana del sonido de On All Fours, un pelotazo de punk-rock macarra que cuestiona la autoridad policial. Curiosamente la banda de Iggy Pop trabaja en nuevo disco con el productor aquí presente, el gran Steve Albini.
Pero es probable que sea el riff y la atmósfera oscura del comienzo de March In Daylight la que haya hecho a algún lumbrera comparar a Living Things con la banda de Kurt Cobain. Y no vamos a decir que no recoja cierta inspiración, pero es un momento puntual en todo el disco y pesar de versos tan grunges como «we found a new way to die», continúan refiriéndose a la tónica antimilitarista. Más oscuridad grungera encontramos en el medio tiempo I Wish the Best for You, que cierra el disco recordando por momentos a Alice In Chains en fase acústica.
En cambio la banda se ha presentado en sociedad con el single Bom Bom Bom, de voz aterciopelada y con similitudes a los infravalorados Black Rebel Motorcycle Club dándole un nuevo significado antibelicista a lo que en principio parece la típica canción rockera sobre salir y quemar la ciudad por la noche. A este mismo trío (que parten de Jesus & Mary Chain y los propios Stooges, no olvidemos) vuelven a recordar en God Made Hate, con sus guitarras flamígeras que marcan un ritmo constante, atacando la religión.
Estamos ante un gran disco, no cabe duda, de una banda que promete, tras la que se encuentra como único cerebro Lillian Berlin, autor de unos textos inteligentes y contestatarios sin caer en el panfleto. Pero de ahí a vendernos la nueva revolución del rock n roll hay un trecho. Living Things quieren sentirse hippies, pero las autoridades se lo impiden, los tanques aplastan las flores y los leones arrancan las alas de los pájaros. El naranja y el rosa chillones del disco se tiñen de rabia y frustración, dejándoles en un lugar entre la psicodelia y el punk-rock.