The Knife es uno de los grupos más extravagantes, misteriosos y frescos de la actualidad. Son dos hermanos que graban en algún lugar ignoto de la gélida Suecia (probablemente algún estudio en Estocolmo, pero eso no tiene nada de enigmático y por ello lo omiten), se esconden tras máscaras que parecen venir del carnaval veneciano o que emulan rostros de cuervos, boicotean los Grammis (el equivalente sueco de tan célebre ceremonia) mediante actores vestidos de gorila, y hasta hace poco se negaban a dar conciertos. Probablemente tras todo esto haya más de un ego hinchado más de lo aconsejable (seguramente dos), pero como sigan haciendo discos tan buenos como este «Silent Shout», por mí como si se cambian de sexo (por ahora siguen siendo hermano y hermana) y se tiñen de púrpura las axilas.
Entrando ya en materia, «Silent Shout» es el tercer álbum de los Dreijer desde su irrupción en la escena como The Knife en 1999. No he tenido el placer de escuchar sus dos referencias previas, y no sé si se parecerán mucho o poco a este álbum en cuestión, pero no hay duda de que estamos ante uno de los álbumes más originales del año pasado (junto al magnífico «Return To Cookie Mountain» de los neoyorkinos TV On The Radio). En este disco nos encontramos con una suerte del electropop más actual y de moda, ese que hace correrse del gusto a más de uno y más de cien modernillos de postín. El problema es que estos dos han optado por irritar un tanto al personal yéndose bastante por la tangente en algunas ocasiones. Me explico: en vez de coger a Depeche Mode o New Order y copiar a discreción, The Knife han elegido tomar una senda, digamos, más histriónica de lo habitual. Así, a pesar de que todo el disco está hecho a base de sintetizadores y multitud de efectos electrónicos, la voz de Karin (muy bonita… cuando quiere) cambia a lo largo del disco varias veces de registro de manera violenta, pareciendo a veces que canta tras haberse tomado un viaje de helio, otras cual si fuera un monstruo de dibujos animados… Dicha voz probablemente sea el factor que hace diferentes a The Knife del resto de grupos actuales del género (aparte de una cierta tendencia gélida en el uso de los sintes), pero también es su punto flaco, ya que tanto experimento vocal acaba a veces por lastrar la canción en cuestión. Aunque gracias al buen hacer de los Dreijer, la música se aparta del buen camino en pocas ocasiones.
En resumidas cuentas, si consiguen contenerse un poco a la hora de intentar ser los frikis de la generación (esas idas de olla en «One Hit», por ejemplo), no hay duda de que The Knife pueden llegar a ser el gran grupo de pop electrónico que ya prometen, saltando, quien sabe, al estrellato como ya lo hicieron en su época los Depeche o más recientemente Goldfrapp. Tiempo al tiempo…