Caputo siempre ha sido un artista especial, ya desde sus inicios con los extraordinarios Life of Agony dejó buena muestra de ello. Una voz capaz de despertar los más profundos sentimientos y unas letras que a más de uno habrán calado hondo. Después de tres extraordinarios discos con sus “hermanos”, Joey Z y Alan Robert, se lanzó en solitario con el genial Died Laughing y su posterior revisión Died Laughing Pure, demostrando a propios y extraños que había aún mucho Caputo por descubrir. Pero casi ningún artista se libra de algún traspié en su carrera, y el pequeño gran hombre no es una excepción, ya que Perfect Little Monsters es el ejemplo palpable de ello.
El disco se compone de 8 cortes, comienza prometedor con Charade, una canción que Caputo llevaba en la cabeza hace mucho tiempo, con Solar Plexus y le sigue Got Monsters. Tres canciones que claramente demuestran el cambio de rumbo de su música hacia canciones más lentas y con abundancia de voces sintetizadas, donde la batería se adueña del ritmo de las canciones y acompañándola tímidos arreglos de guitarra. A partir de Got Monsters, encontramos Liver Rock Star (con un estribillo ciertamente bizarro pero a la vez pegadizo) y poco más reseñable, ya que después de la cuarta canción el disco se hace aburrido hasta extremos preocupantes, ya que las 4 siguientes canciones son la panacea perfecta para entonar los mas profundos sueños.
Perfect Little Monsters nos muestra a un Caputo en constante evolución, fascinado por el mundo hindú, en busca de su propio sonido y sin miedo a la experimentación pero corre el peligro que su nuevo cambio musical no le interese ni al más acérrimo fan suyo. Algún fan suyo ya se desilusionó con el giro que experimentó en Soul Searching Sun y Died Laughing, y con este quizás mate alguno de susto pero es encomiable al menos el riesgo de este disco a la vez que reconocer que sus cuatro primeros cortes son salvables de la quema y que las letras siguen siendo «made in Caputo», sinónimo de sensibilidad extraterrestre. Aún así pequeño tirón de orejas a Keith y a la espera de alguna nueva maravilla ya sea en solitario o con los resurgidos Life of Agony.