Años tras la separación de los ya míticos Smashing Pumpkins, excesivamente dilatada en el tiempo, tenemos a sus ex-miembros intentando ubicarse en diferentes proyectos más o menos personales. James Iha se ha hecho un hueco en los exitosos A Perfect Circle, de D´arcy no sabemos nada, Melissa Auf Der Maur lanzó un disco en solitario en el que también participo el guitarrista y Billy Corgan montó Zwan para sacar un disco y lo disolvió. Ese disco fue también la última vez que escuchamos los geniales ritmos de Jim Chamberlain, el batería con más cara de boxeador que haya conocido el mundo. En 2005, regresa con energías renovadas y enfocándose a un nuevo sonido.
Bien puede ilustrarse este rumbo con Streetcrawler que comienza pegándole a un jazz atmosférico que marcará la pauta del disco. No en vano el batería procede de esa escena, lo cual sin duda le ha conferido la capacidad de dar con cadencias tan intrincadas y texturas tan sorprendentes como las que ilustraron algunas obras de las calabazas. Aquí en concreto se introducen coros, teclados enrarecidos y atmósferas graves, que conllevan a que este poco convencional instrumental pase como un suspiro para el oyente.
Esta vocación jazzie la plasma con acierto en varios temas. PSA en una vertiente más arrastrada y oscura, aunque remonta en remansos melódicos más luminosos recordando a unos Porcupine Tree, alcanzando en otros unas grandes cotas de paranoia instrumental. Más facetas del jazz-rock al progresivo tenemos en Owed to Darryl inquietando a golpe de bajo y batería y retorcida con chirriantes efectos electrónicos, la suave y lenta Time Shift o Cranes Of Prey, de las más rockeros, con un demoledor riff y continúa con un sonido casi a modo de crossover al estilo Tom Morello aunque con envolturas de fondo y recodos de paz y purificación espiritual.
Los amantes de los Smashing Pumpkins demandarán temas como la impagable Life Begins Again, un gran single que revela a Chamberlin como un excelente compositor de un rock alternativo lindante con el power-pop en parte debido a la voz de Rob Dickinson de Catherine Wheel y algo cercano incluso a unos Mars Volta por la vocación progresiva. El tono optimista, como no deja duda el título. El cantante vuelve a hacer aparición en Love Is Real, donde demuestra que su voz a medio camino entre Dave Grohl y Josh Homme funciona a la perfección en alianza con las estructuras del batería.
Aparte de cantar en este último tema, Mohler es co-compositor del disco junto a Chamberlin y toca el bajo en todos los temas por lo cual resulta una pieza clave del proyecto. Una alineación que completan el guitarrista de Lifehouse, Sean Woolstenhulme y Adam Benjamin al piano. Así no es de extrañar que el disco parezca una jam session en ocasiones y acabe sorpresivamente con la aparición estelar de Bill Medley, ex-Righteous Brothers, antes de escuchar de nuevo la instrumentación de Lokicat sin Corgan esta vez.
Lo nuevo de Jimmy Chamberlain es complejo en varias acepciones. Por una parte las vitaminas y el optimismo que destilan algunos de los temas cantados sobre todo y por otro el milimetrismo técnico del que podemos decir, ahora con más certeza aún, que pasa por ser uno de los mejores baterías de la última década y media.