Un día cualquiera, buceando en las aguas del Creative Commons llegué hasta el portal de origen francés Jamendo dispuesto a buscar algo interesante. Como la oferta era abrumadora, decidí refinarla ciñéndome al rock alternativo y al territorio nacional. En España no estamos muy avanzado en este tema ya que no encontré demasiadas cosas pero sí a un grupo que sobresalía de manera clara sobre el resto de lo que escuché. Se llamaban Jigkorova y tenían dos discos de rock impecable mezclando la psicodelia y toques preogresivos del hard-rock de los setenta con un toque actualizado. El toque de una banda influida tanto por Led Zeppelin y King Crimson como por Soundgarden o Tool, pasando por la sensibilidad de Jeff Buckley.
En el primero de los discos (o EP, el caso es que dura apenas 25 minutos) daban rienda suelta a un sonido progresivo con estructuras complejas pero no rupturistas. Para empezar, tanto los 70 como los 90 se dejan escuchar en los riffs y la profunda aunque afectada voz de «Weapons», en la que también se escuchan ecos de unos Tool más rockeros. La sorprendente calidad tanto en composición como ejecución, lejos de ser un espejismo, se reafirma en un tono más hipnótico de «Betamax» en donde las guitarras serpentean y los ruidos estimulan.
En «Psychodelic» le dan mayor espacio a su sonido, siendo un tema un poco disperso en su primera parte, que mejora con el arrebato rockero del final. En estos puntos más flojos tiene que ver también la producción que si bien está más que aceptable para ser una maqueta (autoproducción), podría sonar más contundente. En «Surrender» también se nota una cierta desorientación, algo lógico ya que puede tratarse del tema más meditativo y experimental, con una curioso y complejo sonido de batería que parece hacerse eco a sí misma.
En «The Night» polarizan su propuesta, desde el ambiente casi funky, a los ecos de Pink Floyd y los arrebatos rockeros del estribillo, posiblemente el tema más completo del disco y prueba de su potencial. El disco cerrará con el sorprendente es el tono machacón, casi industrial de «Slaves», un hard-rock extraño con toques del metal de los primeros 90. Es una canción que muta de forma inesperada, tal vez no demasiado bien hilada y en la que hay ecos del heavy metal. Sin embargo y aunque reconocen Iron Maiden como influencia, nunca se les va la mano y como muestra en este tema la voz cabalga entre la de Eddie Veder y la de Bruce Dickinson.
En resumidas cuentas esta «Jigkorova/1» es una maqueta notable e imaginativa, con aspectos por pulir, pero con mucho bagaje musical asimilado. Y es que el hecho de no sonar a una sola banda en concreto, sino a varias, pero sin resultar esquizofrénicos ya suele ser un gran logro para empezar. Pero sobre todo, esta primera propuesta de Jigkorova, que sería amplificada y mejorada en su segundo asalto discográfico también desde la trinchera del Creative Commons, es una de esas cosas que te hace creer que la música es un arte y que no necesariamente es un negocio.