Hay discos malos y hay discos buenos. Luego hay discos muy buenos, obras maestras y casi al final del todo está «Nothing’s Shocking». Probablemente esta crítica comience a sonar ya pedante y presuntuosa a tan tempranas líneas, pero si para destacar en su justa medida la magia e importancia de un disco como éste hace falta caer en tan tópicas y repelentes expresiones… pues se cae, joder.
Seguidamente, y para seguir con un tono de lo más predecible, habría que pasar a mencionar la importancia de Jane’s Addiction dentro de la escena alternativa, uno de los primeros grupos que atrajeron las miradas de los amantes del rock desde las melenas cardadas de Mötley Crüe y compañía a los sonidos que coparían las listas muy pocos años después con la irrupción del grunge. Más que probablemente habría que seguir hablando de la implantación de varios cánones del rock alternativo, de la apertura de caminos a grupos que vendrían después, de la influencia sobre ellos… pero como no estoy escribiendo una biografía sobre Jane’s Addiction paso a centrarme en el disco e intentar no salirme mucho por la tangente.
En el momento de su aparición, «Nothing’s Shocking» fue un rara avis dentro del rock de la época. Incluso a niveles indies, la mayoría se movía por la tela que iban tejiendo Sonic Youth. Pero la ambición de Farrell, Navarro y compañía iba mucho más allá de mirar al suelo y sonar lo más noise posible. Ellos querían ser estrellas de rock, querían retrotraernos a los setenta, época en que la exuberancia de Led Zeppelin copaba el panorama musical y el fin último era sonar lo más grandilocuente posible. Aquella obertura con «Up The Beach» demostró que aquello no había muerto quince años antes: riffs psicodélicos y solos, muchos solos, acompañados de la peculiar voz de Farrell nos recordaban los tiempos en los que los dinosaurios del rock vagaban por la tierra… pero también sonaba extrañamente fresco, y un pelín bizarro. Y lo mejor es que la cosa no acaba ahí ni mucho menos.
Con «Ocean Size» y «Had A Dad» nos encontramos ante dos incuestionables hits, sendos tours de force entre la casi caricaturesca voz de Farrell, los malabares a la guitarra de Navarro y la indispensable base rítmica ofrecida por otros dos fuera de serie en sus respectivos instrumentos: Eric Avery al bajo y Stephen Perkins a la batería. Tras semejantes pelotazos, probablemente estés buscando el medio tiempo de rigor, y Juana parece ofrecértelo al comenzar de manera engañosamente apacible «Ted, Just Admit It…», dedicada a Ted Bunty, asesino en serie de profesión. El engaño dura poco, ya que el salvajismo reaparece al poco e incluso nos da alguna pista sobre la orientación más progresiva del siguiente e igualmente indispensable disco, «Ritual De Lo Habitual». Estamos hablando de lo que es quizá el mejor tema de un disco imprescindible, por lo que su calidad incuestionable queda fuera de dudas.
Sin lugar a dudas, es difícil encontrar en las tres última décadas discos de una calidad tan extrema y con tan pocas fisuras como este «Nothing’s Shocking». Dejando de lado su importancia y influencia, no cabe duda de que su escucha es un viaje tremendamente excitante y que pocos grupos consiguieron grabar lo que Jane’s en sus escasos cinco años de vida (reuniones aparte). Si eres fan del rock alternativo, o del rock en general incluso, debería estar entre tu discografía más selecta.