Aún recuerdo mi incredulidad por el fenómeno The xx cuando su primer álbum vio la luz. El por entonces cuarteto se ganó todos los parabienes de la crítica y a la vez alcanzó el éxito comercial en uno de esos casos que no son tan frecuentes. ¿Renovadores, magníficos lectores del pop en el siglo XXI o ambas cosas? En cualquier caso, su periplo trajo bastantes sorpresas, todas agradables. La primera fue ratificar que el hype de turno contaba con un directo apabullante, dentro de lo contenido y paciente de su propuesta.
La segunda, notar que ese prodigio rítmico que aporreaba con los dedos pads digitales era realmente el cerebro de una banda con dos frontmans. Poco tardó en destapar su carrera como remezclador, llegando a serle encargado el honor de remezclar todo un disco de Gil Scott-Heron, poco antes de que éste nos dejara. Pero no es hasta este debut cuando Jamie xx nos revela su propia, y aún en construcción, personalidad compositiva, a la vez que demuestra que el corsé de The xx le viene justo.
Es fácil alabar este «In Colour» sin ambages, pero es digno de mencionar que, aunque su primera parte ostenta una tremenda cohesión, no se trata de un disco del todo hilado. Tampoco la personalidad del músico sale a relucir igual en todos los cortes, pero sí que hay un nexo en esa sucesión de cortes ambientales («Sleep Sound», «Just Saying») e incluso la muy británica invocación a la rave de «Hold Tight», con otros temas de querencia más pop.
La cosa incluso va más allá del pop, en realidad. La inclusión de un número con tintes de rnb y dancehall es un detalle netamente generacional, de lo natural que a un joven productor le resulta mezclar elementos que hace unos años parecerían un suicidio en un disco de electrónica, llamémosle, «seria». Aún con todo, el extremo protagonismo vocal, vocoders incluidos, de un tema así, rompe totalmente el disco. Y es que las colaboraciones vocales no son todo lo esenciales que podría parecer en este debut de Jamie xx. El detalle de incluir a sus compañeros de banda podría ser un gancho comercial, pero en lo artístico casi parece un acto de generosidad. El tema de Oliver, nocturno, suave, melancólico, es puro The xx, incluso demasiado. En los de Romy hay más que rascar. La volátil «Seesaw» es tan bonita como ligera en todos los aspectos y con aires muy Caribou. En cambio «Loud Places» saca todo lo que se le podía pedir a la colaboración; un espléndido tema pop que, sin embargo, escape al fantasma de su banda en común. Y lo hace gracias a un tono mucho más optimista, soleado y en el que la magnífica voz de la intérprete es contrapuesta a coros de aire gospel, aportando un calor humano del que The xx rehuyen.
Lo que nos lleva a esa «Gosh», uno de los más elogiados singles de la temporada. Su ritmo contagioso y sus magistralmente colocados samples vocales, conducen a un clímax inesperado guiado por un teclado retro jugando con el tono en una sucesión tan simple como adictiva. Uno de los subidones más tontos que hemos visto en mucho tiempo. La maestría sonora de Jamie creando ambientes con este tipo de psicodelia electrónica es verdaderamente una de las piezas claves para que este mágico viaje ambiental funcione, sacando temas de lo que podrían ser intros. Otro gran ejemplo, la tripiosa y juguetona «Obvs».
Si algo hace Jamie Smith con este notabilísimo debut es ponerse alto el listón para el tercer disco de The xx que está ya en ciernes. Estamos ansiosos por ver si aquí nos ha dado alguna pista o, una vez validado su estatus en solitario, jugará a distanciar el sonido de ambos proyectos lo más posible. Escucharás a muchos decir que hoy por hoy Jamie xx es más interesante que The xx y yo no me voy a subir al carro antes de tiempo, pero lo cierto es que este debut da razones para al menos plantear esa duda.