Bush siempre han sido una banda difícil de ubicar. Una carrera un tanto irregular con algún disco brillante y otros simplemente pasables, junto a la constante acusación de copiar a Nirvana, propiciaron que los amores y los odios por parte de los seguidores de aquello que nació en Seattle se clavaran en ellos. Una banda peculiar que apenas nadie conocía en su Reino Unido de origen pero vendía discos como rosquillas en EE.UU.
Auténticos o no, criticables o no, pasó el tiempo y hemos podido ver como hasta hoy al menos, Gavin Rossdale no ha cambiado de chaqueta. Su prioridad musical sigue siendo ese postgrunge abrasivo de riffs entrecortados que lleva con más dignidad que el 90% de bandas yankis que se dedican a copiar a Nirvana, Pearl Jam, Alice In Chains y que tarde o temprano flojean que es una barbaridad. Escúchense como prueba los últimos trabajos de Staind o Cold.
Rossdale ha apostado por retomar el sonido de los primeros Bush y reactivarlo con ese tipo de riffs metálicos característicos de Helmet. Por ello Page Hamilton ha colaborado sobre todo en labores de producción mientras que Chris Traynor, guitarrista de la influyente banda ha hecho todo el trabajo a las seis cuerdas. Por tanto no es de extrañar que el disco abra con dos trallazos del tamaño «Bullet-Proof Skin» y «When Animals Attack», potenciales singles que destilan toda la angustia grunge a la par que invitan a mover la cabeza arriba y abajo, en especial la segunda con esos riffs que parecen columpiarse.
«Come On Over» baja un poco el tempo aunque las guitarras continúan quemando de forma obsesiva, aspecto en que sin duda se nota la mano del cerebro de Helmet y que queda también de manifiesto en la metalera «Information Age». El primer punto realmente reposado del disco es el medio tiempo «Wasteland», al que sigue «Boom Box», que a pesar de haber sido lanzado como single resulta un tanto inconexo en los cruces del pop introspectivo de las estrofas al descafeinado estallido del estribillo. «Seventh Wave» abre con un chirriante riff casi propio de Tom Morello al que se superpone otro golpe de guitarra rítmico creando un tema con bastante tensión.
Y a partir de aquí comienza la parte «relax» del disco. «The Heat of Love» supone el momento más melódico y alivia al oyente de tanto riff pesado con unas guitarras más envolventes. Esta suavidad que inunda el segundo tramo del disco se ilustra bien en «Ambulances», balada en toda regla que cuenta con la discreta presencia de Gwen Stefani a los coros. «Secrets and Lies» no resulta tan intimista pero aún así Rossdale abandona la búsqueda por el impacto abrazando una hermosa melodía que la hacen una de las mejores canciones del disco.
La contrapartida es «Mountains» que representa el patrón de medio tiempo post-grunge sin sangre de siempre resultando aburrida y monótona. «Save The Robots» regresa a la calma más apacible convirtiéndose en el momento más introspectivo y épico de «Distort Yourself». Como bonus track, «The Buzz of my System» cierra de forma correcta el disco retornando un poco a los riffs y al pulso demostrado en la primera parte del disco.
Institute no revolucionarán el panorama a estas alturas del siglo XXI pero este debut supone un renacimiento musical para Gavin Rossdale, que consigue probablemente su mejor disco desde «Razorblade Suitcase». No es para que reine la algarabía general, pero habrá que ver si se desarrolla el proyecto. De momento, mejor de lo esperado.