En una época de grandes discos, el señor Iggy Pop no se quiso quedar atrás y facturó uno de sus mejores trabajos, mezclando la energía propia de los Stooges con el intimismo de los Doors. Una faceta esta última de la que siempre hizo gala pero que desarrolló más en su etapa en solitario.
Tras una introducción quizás innecesaria, comienza el disco vibrante con «Wild America» para sumergirse en «Mixin´ the colours», una pieza calmada, muy clásica. El comienzo del álbum es espectacular y prueba de ello es la intimista «Jelousy», que ofrece una imagen muy alejada de la típica de Iggy en vaqueros y con el torso desnudo, dando saltos en un escenario, Más bien nos lo imaginamos elegantemente vestido en una sala recogida, en un ambiente lleno de humo.
Tras el correcto medio tiempo de «Hate», «It´s our love» nos presenta otro tema tranquilo e intimista, dulzón podríamos decir. Quien quiera distorsión y chillidos debería buscarlo en el Raw Power y no aquí. Tras este pequeño bajón, el disco se anima con la caña punk de «Plastic & Concrete» con un riff magnífico, para que la calma se apropie del momento de nuevo en «Fuckin´ alone», mostrando a un Iggy muy “americano”.
En su lectura de «Louie Louie», Iggy aporta a este mítico tema un cariz político, con referencias a Gorbachov y Bush padre. «Caesar» es un tema extraño, que no hubiera echado de menos y «Girls of NY» cierra el disco con presencia de acústicas y de una Iguana muy a gusto sin pegar saltos. El único pero respecto de uno de los discos más brillantes de este icono en su carrera en solitario, es que tiene demasiados temas y con algunos menos el resultado sería más redondo.