Desde la recóndita (en cuanto a rock se entiende) Málaga, provienen los miembros de Icarus Crash, una banda que poco a poco va haciéndose un nombre a nivel local gracias a su accesible mezcla de rock alternativo y guitarrero con melodías pop. Lo que oyen, un grupo andaluz que no sucumbe al fenómeno del mestizaje fácil sino que fija su mirada en los territorios de habla anglosajona. Una propuesta díficil en una tierra donde no se estila… o sino a ver, grupos de rock de Málaga un, dos, tres, responda otra vez.
Tears to the World se abre con una oscura e inquietante guitarra que casi parece heavy metal, como las intros de la época dorada de Metallica, pero no van por ahí los tiros. Icarus Crash están aqui para hacer pop-rock alternativo al estilo anglosajón y aunque se declaren fans de Pearl Jam, Smashing Pumpkins y ese tipo de bandas de los 90, la maqueta tiene un sonido predominantemente británico, algo patente por ejemplo en el interludio instrumental I Wanna Sleep, que apunta más a Manchester que a New York. No en vano los ingleses inventaron la melodía.
En Tears to the World ya se nota que no son yankis, no me pregunten por qué, cuestión de acentos que ya he oido más veces en el panorama indie español. Ese solo de guitarra un tanto atípico en el indie-rock y unos coros bastante gamberros les sitúan en una onda propia.
Unas guitarras progresivas sirven de intro para I Feel Nothing, donde las melodías son más luminosas y la voz apunta las maneras del punk lacónico propio del indie. Por otra parte aflora el rock alternativo de riffs contundentes que llegan a crear efectos muy envolventes, comenzando a sonar ecos de los Smashing Pumpkins del Siamese Dream.
La maqueta continúa con lo que para mi es una de esas canciones perfectas que, de manera un tanto anómala pueden salir a una banda espontaneamente pero nunca podrán repetirlo de manera forzada. El terciopelo y la experimentación de Stone Roses se intuyen en un tema basado en el piano. Hablamos de Love Is A Wondeful Drug, un tema que a Billy Corgan le encantaría cantar, por no hablar de tocar sus solos.
Crowd, canción que cierra la maqueta supone un bajón en cuanto a calidad de sonido, dado que no fue grabada en el estudio con el resto sino que se añadió a última hora. Pero si hablamos de otro tipo de virtudes, no se queda atrás, sino que es la canción más enérgica del disco, la que muestra su lado más crudo y grunge así como el más tenebroso. Una voz más rasgada que sin embargo aborda un pegadizo estribillo y algún que otro cambio de ritmo desconcertante que crea submundos dentro del propio tema, seguramente el más poliédrico del disco.
Poco material para enjuiciar, pero el que hay, es intachable, dos temas de pop-rock con gancho y una balada que podría acompañar el quehacer cotidiano en las radios de todo el mundo sin que nadie notase la diferencia. No ocurrirá claro, algo de lo que Icarus Crash, con ese desesperanzado nombre, están bien al tanto, pero ahí están luchando por un objetivo no menos modesto, la resistencia del buen gusto musical. En ese punto nos encontramos.