Hey Colossus son la nueva apuesta del sello Underhill por los sonidos más rotundos y lentos del panorama rock-metal. No contentos con ese pedazo de split en el que figuraban Moho, los más celebres del sludge en nuestro país, ahora ponen sus miras en el Reino Unido para editar el tercer disco de esta veterana banda que continúa haciendo honor a su bautizo; gigante y rocoso.
En «Do They Ever Return?», los londinenses sientan las bases del disco a base de puro sludge monótono, grave y agonizante, con un doble juego de voces sepultado bajo el muro de guitarras. Por darle un poco de teatro al asunto, es como si estas voces proviniesen del subsuelo, tal vez los últimos estertores de un par de enterrados en vida. Un sonido que conviene avisar desde ya, dejará indiferentes o incluso con dolor de cabeza a quienes no gusten de los combos de estas directrices.
En «I Am The Chiswick Strangler» se destapan con un hardcore sucio y rockista rompiendo así la hipnosis inicial. Un buen golpe de efecto para virar hacia el cariz notablemente más melódico (en el sentido más sabbathico del término) de «45 Pounds» que no desentonaría en el disco de alguno de los grupos más vendibles de esta escena post-metal tan productiva hoy en día. Sigue esa estela hacia el aperturismo y las guitarras más amables y con leves tintes épicos «Frozed» que trae a Pelican a la cabeza. Hay que mencionar en este punto los sutiles y solapados efectos atmosféricos que utilizan a lo largo de casi todo el disco.
Para cuando la relativa calma post-rock de «Grow Still At Last» toca a su fin el oyente ya debería tener claro si el sonido de estos británicos es su particular «cup of tea». Asegúrate de que te gustan referentes como Neurosis, Godflesh o Melvins antes de acercarte a este monolítico álbum de Hey Colossus porque si buscas estructuras de rock convencional saldrás escupiendo tierra. En cambio si estás metido en el rollo a buen seguro apreciarás el sonido sin fisuras y la pasión por el noise que factura el quinteto.