Aburrimiento. Eso es lo que significaba la palabra metal en la escena española en los primeros 90. Mientras bandas como Pantera o Sepultura y en una clave menos agresiva Korn o Deftones trastocaban los pilares del metal en Estados Unidos, aquí sólo había clasicismo y los pocos grupos interesantes que salían (Psilicon Flesh, Afraid to Speak in Public) no contaban con el respaldo de una base de aficionados suficiente. Hasta que Hamlet se desligo de sus comienzos hair-metálicos para emular a sus nuevos ídolos anteriormente citados. Es Insomnio pues, por exagerado que parezca hoy en día, el tratado patrio del metal alternativo, que les valió no pocas comparaciones con los grandes grupos de fuera.
Pero si algo se puede decir es que nos encontramos ante un disco de contrastes, dentro de lo que es el nuevo metal. Y es que va un trecho desde el sustrato thrash-metálico de Quien Cree que Raquel Se Suicidó, que trata sobre los tópicos autodestructivos del rock, al soplo de aire fresco melódico que supone Antes y Después, por cierto, una de las piedras angulares del disco. Un tema que abandona el metal para zambullirse en el rock alternativo con un registro de Molly tan perezoso y arrastrado que llega incluso a recordar a los primeros LPs de Los Planetas. Es cierto que podemos ver ecos del Be Quiet and Drive de Deftones, pero eso no le quita mérito. Un ejercicio sano de eclecticismo con letras vitalistas. En una onda similar se encuentra 1998, que comienza como medio tiempo cercano al grunge para entrar en fases de thrash-core donde el desarrollo de pesados riffs tiene un papel estelar. Letras crípticas y personales que nos dicen que en determinadas ocasiones dependemos unicamente de nuestra autoconfianza.
En este disco se encuentran también dos grandes himnos de la banda en directo, especiales para ellos por su mensaje, ya que son temas con los que se muestran muy comprometidos y les letras son por tanto muy crudas y directas. Hablamos en primer lugar de Dementes Cobardes, denuncia de la ideología nazi y de la estructura de sus redes. La letra contrasta con una base instrumental repleta de lucidez, con cambios de estructuras perfectamente hilvanados y especial mención para la voz de Molly alternando melodía y rabia en el estribillo. Por otra parte, Muérdesela es un corte de crossover perfecto para botar en el pogo con toda su repulsa hacia la violencia machista. Si bien el título y el estribillo pueden pecar de infantiles, no se puede decir más claro.
Precisamente la denuncia social es una constante en las letras de Hamlet y así se demuestra su oposición a la telebasura en Tortura-Visión que se balancea entre voces suplicantes y gritos. Aqui el máximo referente es claramente RATM y tal vez Fear Factory se asome por los pasajes melódicos en la voz. Tan Simple Como Decir No es la carta de una víctima de las minas anti-persona a un fabricante de estas, inyectando dosis de realidad desesperante. Y es que son canciones que invitan a ser coreadas solidarizandose con su mensaje. Aunque no sean precisamente unos chavales, también plasman la impotencia generacional en Tu Medicina, un alegato contra nuestra situación «a merced de cualquier desaprensivo». Por su parte Donde Duermo Hoy ilustra la perspectiva de una sociedad ante la situación de los vagabundos, una letra que da mucho que pensar.
El éxito de Insomnio es que la clavan combinando rabia metálica y melodía que es al fin y al cabo de lo que va el asunto del metal alternativo. Así, la líricamente apocalíptica aunque realista Mal conjuga ritmos duros y a trompicones con remansos de melodía donde el bajo toma protagonismo y las guitarras se hacen más sofisticadas, Lacabra mete tralla a modo de hardcore atropellado envuelto de sugerentes atmósferas guitarreras y Odio provoca la grata sensación de haber sido escuchada con anterioridad. Y es que ese riff entrecortado inicial es muy deudor de Morello, amen de un estribillo pasmosamente pegadizo, lo que hay que valorar sobre todo hablando de metal agresivo.
Todo un señor disco, con variedad de sonidos dentro del metal, acercándose según la ocasión al thrash, el hardcore, al rap e incluso al grunge. Resultado que, con toda probabilidad no hubiera sido posible sin la mano maestra de Colin Richardson (Fear Factory, Machine Head) a quien cabe otorgar el papel de descubridor y canalizador de la banda madrileña de cuyo camino aun no se ha separado.
Sólo añadir que «Insomnio» de Hamlet es un imprescindible del metal y del rock alternativo nacional, sin nada que envidiar absolutamente a los clásicos de bandas internacionales citadas a lo largo del texto. Un sonido el de Insomnio cuya parte más melódica desarrollarían en el también reivindicable El Inferno y después abandonarían para protagonizar una serie de altibajos entre el post-grunge melódico y el metal más trallero y que nunca llegó a alcanzar estas cotas de talento su talento.