No es fácil mantenerse a la vanguardia de los sonidos extremos. Godflesh fue durante muchos años una institución a la hora de impulsar los límites de la música agresiva. Llámalo post-metal, llámalo noise-rock, llámalo sludge, llámalo industrial, el ente formado por Justin Broadrick y GC Green recreó pesadillas mecánicas con tanto acierto que el tiempo les dio un merecido estatus de culto.
Culto que fue el mejor caldo de cultivo para su regreso, en este caso con el atenuante de que Broadrick no había parado de hacer música fuera desde el acercamiento al shoegaze de Jesu, al drum n bass en Blood of Heroes o al noise de Greymachine, entre otros proyectos. Desde su regreso, Godflesh han querido dejar claro que no volvían a recrear una foto fija de lo que fue su pasado. Por ello, al brutal y directo «A World Lit Only by Fire» le siguió un más experimental y sutil «Post Self» y ahora regresan con una obra heredera de su faceta más electrónica y machacona. «Purge» juega ya desde el título a conjurar su clásico «Pure», pues recoge esa herencia noventera que la banda extendería con títulos como «Us and Them», «Songs of Love and Hate» y sus pertinentes remixes.
Y aquí vamos a encontrar eso, riffs endiablados mucho más centrados en la reiteración que en la progresión y en los que la única tabla de salvación es una electrónica ravera emborrachada en narcóticos beats de rap añejo y clipping por un tubo. El disco abre con «Nero», repetición brutal y nihilismo a tope, pero seguidamente llega «Land Lord» cruce mutante de ruido poderoso e infecciosos ritmos de hip-hop old school. Siendo uno de los mejores tracks, hacia el final acusa un poco de repetición y es que la tónica del disco es esa; muchas de las canciones son más instantáneas de estados de ánimo que canciones. Una especie de stories del odio a la humanidad que se repiten en bucle y que pueden resultar cargantes cuando lo machacón se impone a lo hipnótico.
Así vamos descubriendo «Army of Non», un loop de riff brutal y patrón hip-hop sobre el que Broadrick escupe su odio mecánico o «Lazarus Leper«, guiada por una caja de ritmos brutalizada y una guitarra ominosa. Pero el disco, como decimos, gana cuando la misantropía se va de fiesta, especialmente en «Permission», donde hacen un guiño expreso a la cultura rave con un sonido breakbeat como los mejores Prodigy pre-mainstream.
«Purge» cierra con momentos postmetaleros que tienden puentes entre el sonido Godflesh y el que el guitarrista recrearía con los primeros Jesu. Es el caso de «The Father» y el agónico final de «You are the judge, the jury, the executioner» entre las que se cuela el amasijo de metal industrial que es «Mythology of Self». Juntas conforman un cierre duro y que supone cierto desencanto para un disco que se prometía más marcado por el espíritu dub.
Puede que «Purge» no sea una reinvención. De hecho, aquí Godflesh explotan concienzudamente parte de su propio legado, pero el resultado refleja bien el espíritu extremo a la par que incasillable de Godflesh. El dúo entrega un nuevo capítulo de su biblia para los amantes del ruido, se encuadre este en el género que sea.