Con este regreso, maravilloso por otro lado, de la psicodelia a la plena actualidad del pop y del rock uno nunca acaba de saber cuando la cosa se aproxima a algo novedoso y cuando está exprimiendo sin rubor las enseñanzas de gente que experimentó en los 70 estos sonidos revolucionarios.
La «Estela Discoidea» de Diego García propone kraut desde un punto de vista melódico en su tema homónimo, psicodelia de salón («Castro Cariaca»), policromático electro-folk-pop («Himnos»), experimentos preindustriales («Oculus Solis»), descarados vistazos a Kraftwerk («Hanimex Tapes») o lo-fi en technicolor («Cabareu Mensaxe Recibido»). En fin, puede que coja notables influencias, pero no nos cabe duda de que lo suyo es fruto de una síntesis personal. Muy personal y ni qué decir que inclasificable.
Nos hemos parado ahí porque, más allá de ese gusto por la electrónica más primitiva, cada canción o experimento de este notable debut es un mundo que lleva desde el guateque 60’s, al futurismo de los 70, tanto la marcialidad como el petardeo del synth-pop de los 80 y hasta algún momento («Corrada») a partir del que más de un capo del big beat te habría hecho un single en los 90.
«Estela Discoidea» es una pequeña joya de pop psicodélico llevado a la vida con arrebatadora electrónica analógica, a ratos oscura y otros más hedonista pero siempre con ese afán divertido que le lleva a firmar un disco de 20 minutos. Ante todo es una muestra de potencial de cara al futuro de este asturiano revelación, pero aunque composiciones más complejas no lleguen, seguirá siendo un gran compendio de buenas ideas de naturaleza esquemática.