/Reseñas///

From First to Last – Dear Diary, My Teenage Angst Has a Bodycount

From First to Last - Dear Diary
Epitaph, 2004
Productor: Lee Dyes
Banda: S. Moore, M. Good, T. Richter, J. Weisberg, D. Bloom

Géneros: , ,

7.6

La estela que dejaron At The Drive-In en el punk es alargada. Numerosas han sido las bandas que han querido sintonizar con su órbita donde punk-rock cafre y sentimiento a flor de piel se cruzan. Uno de los últimos casos lo protagonizan From First To Last que aunque no llegan tan lejos, se mueven siguiendo las directrices de un triángulo que podrían formar The Used, Thrice y Hell is For Heroes, por ejemplo.

Tras la crispante intro que es Soliloquy, resuenan unas baterías hasta que una voz grita «kill the lights» y las guitarras comienzan a inquietarse y arranca un tema perfecto según los cánones de lo que se ha venido en llamar screamo. A saber; estribillos melódicos, histerismo vocal que parece salir desde las mismas entrañas, gritos ásperos estilo hardcore, cambios de ritmo inesperados, estructuras alteradas, etc. El tema en cuestión de título The One Armed Boxer Vs. The Flying Guillotine, plantea el dilema por parte de Sonny Moore (cantante y letrista) de «cómo enviar una carta a mi generación». Este aspecto generacional es determinante en un disco que ya desde el título se define como personal y ligado a la crisis existencial adolescente.

En Note to Self toman lo mejor de los estribillos del hardcore melódico y lo escupen con rabia dejando en evidencia a bandas como Good Charlotte y demostrando que la juventud en el rock no es sinónimo de autocomplacencia y falta de sentimiento. Siguiendo esa línea perfecta entre la crudeza y las grandes melodías está Featuring Some Of Your Favourite Words que tiene en su haber grandes riffs que juegan entre el punk y el metal y un estilo muy directo o la más densa y cercana al concepto de medio tiempo, Secrets Don´t Make Friends.

Como no podía ser menos debería haber canciones de amor en el disco, como la irónica I Liked You Better Before You Were Naked On The Internet, breve y curioso ejercicio de pop emocional contaminado de efectos electrónicos y cajas de ritmos. O Emily, donde se ponen acústicos para crear una acertadísima balada que incluso podría rivalizar con algunas de Jimmy Eat World mostrando de nuevo esa visceralidad adolescente, de la que ni el amor se libra. Dos de los temas más cortos del disco, unos chicos directos en materia sentimental.

El disco en su afán por desnudar su alma y vivencias está repleto de letras sinceras, unas más abstractas y otras más concretas, como en la brillante Secrets Don´t Make Friends, sobre todo desde el punto de vista de la batería, en la que se habla de pasar el tiempo escuchando a Morrisey en el coche. Uno de esos datos de melomanía simpáticos que siempre gusta constatar en una banda joven. Tampoco es de extrañar dado que el citado vocalista pone entre sus agradecimientos del CD a Björk, Sigur Ros y Aphex Twin.

Pero la vertiente más afilada e interesante del disco la ponen dos temas de títulos, digamos, «poco amables». Kiss Me I´m Contagious por ejemplo, con una pegada impresionante a base de hardcore salvaje a dos voces de garganta rasgada e inteligentemente interpretado de modo que no sature. Hacia el final, la canción cambia de rumbo imprevisiblemente, a base de repetir un adictivo riff que se va apagando hasta quedar prácticamente la batería desnuda. Ride The Wings Of Pestilence es otra canción plagada de guitarras metálicas en el que las voces dulces aunque estridentes que adornan un épico estribillo van dando paso a una locura de berridos, texturas y letras enfermizas que rozan el death metal. El nombre lo decía todo.
El caso es que estas dos últimas canciones son las que más pegarían dentro de un disco con semejante portada en la que unos individuos de traje aparecen portando un ataúd que se disponen a enterrar. En una tónica similar y como bonus track aparece un tema frenético, que en el apartado vocal podría situarse a medio camino entre At The Drive-In y las locuras de Mike Patton. Y de nuevo, se nos caen los esquemas cuando aparece la voz rapeando de un tal Mayor League Playa. Un final de dos minutos de escalofriante paranoia espacial-ruidística pone la guinda. Y nos quedamos con cara de no dar crédito a lo que ha sucedido en esta última parte del disco.

Recapitulando, admito que la primera vez (y alguna más) que escuché el disco los tomé por una banda más y de hecho en sus momentos más emocore me recordaban enormemente a The Used. Pero con las escuchas esas impresiones se van olvidando y los instantes más obvios pierden fuerza frente a los ejercicios más anómalos del disco que los hay y muchos. Esos jugueteos con la cacharrería electrónica, esos momentos en que pasan de un tono punk-pop poco trascendente a un descenso a los infiernos, los recesos «instrumentales»… en definitiva que se les nota un verdadero afán por hacer algo diferente y teniendo en cuenta que esto es simplemente su debut, creo que se pueden esperar cosas interesantes de este joven quinteto.

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1 de enero de 2004