Tras el llamativo Echo Park, disco de rock alternativo dulzón y repleto de singles y el posterior suicidio de su batería Jon Lee, la banda de las islas comenzó con Comfort In Sound un viaje hacia la introspección que tiene su continuidad ahora en Pushing The Senses. En general un disco que ahonda en un sonido más británico que el más americanizado de sus inicios. La banda gana en personalidad y credibilidad, ya que a pesar de haber firmado ya reseñables obras, iba haciéndoles falta una mayor homogeneidad como la que este quinto disco tiene.
Feeling A Moment abre el disco con un sonido muy envolvente y ya vemos como instrumentalmente pueden estar bastante más cerca de Oasis que de Nirvana. Algo que también se apunta en el single Tumble And Fall, pop delicado basado en la simpleza de seguir un riff en el estribillo, pero eso sí, muy adornado. Una mezcla de tristeza y euforia nos embarga al escuchar temas como este o el siguiente y bastante similar Tender, otro medio tiempo de pop sensible con una base muy sintética.
El power-pop tiene algunos recodos que contribuyen a aportar viveza al disco y dar pequeñas descargas de energía optimista al oyente y sus antiguos fans agradecerán que no hayan desaparecido por completo. Un ejemplo es Bitter Glass, con un estilo bastante épico que puede acercarse tanto a Coldplay como a Placebo. Por otra parte los riffs encuentran su mayor protagonismo en Pushing The Senses, el tema más teenager del disco. Tanto que suenan por momentos como unos Blink 182 más sofisticados. Pilgrim Soul nos recuerda incluso a la conexión indie-rocker de «Buck Rogers» con esos ecos en la voz.
La balada orquestada que es Pain On Pain nos enseña a la banda en una nueva faceta demostrando que vocalmente Grant Nichols está tan dotado al menos como los vocalistas de Keane o Travis. Melancolía épica en estado puro. Por su parte Frequency es la canción con más ornamento electrónico del disco, ya que el inquieto bajo de Taka Hirose y los sintetizadores llevan prácticamente solos la carga del tema.
En general los arreglos electrónicos son todo un mundo dentro del disco. Más obvios o sutiles en según que tema, no cabe duda de que dan una nueva dimensión a un sonido que por lo demás tampoco varía tanto del que recogía Comfort In Sound. El camino de la banda es afrontar la gran pérdida que sufrieron celebrando la belleza de la vida en sus canciones. Algo que evidencia el video Tumble And Fall, auténtico homenaje a Jon Lee.
Por lo demás, Feeder nos hablan nuevamente de temas universales como el amor, las pérdidas y la esperanza, algo que sintetizan a la perfección este conjunto de canciones que aportan a la melancolía tan típica británica, un pulso extremadamente vitalista. A la espera de saber si la banda ya ha encontrado más o menos el que puede ser su sonido ideal en este quinto disco o piensa seguir experimentando, lo importante de verdad es que lo que el disco nos suscita. 40 minutos muy agradables que pasan de un plumazo y pueden alegrarnos algún que otro día.