/Reseñas///

EZEZEZ- Kabakriba

ezezez kabakriba
Autoeditado, 2025
Productor: Autoproducido
Banda: Unai Madariaga, Eneko Ajangiz, Alvaro Olaetxea, Mikel Irigoyen

Géneros: , , ,

8.5

Una relativamente corta pero fructífera trayectoria es la que alumbra al iconoclasta cuarteto bilbaíno EZEZEZ. Tras un comienzo como proyecto de su frontman Unai Madariaga en el que canalizar la psicodelia via Velvet Underground, su segundo disco «Katuzaldia» llamó la atención gracias a una frescura y personalidad que por fin en este tercer disco se muestra en verdadero estado de gracia.

Es una tentación ir a lo fácil y catalogar su música como post-punk. La instrumentación con gran énfasis en el ritmo y el fraseado a menudo libre y audaz de su vocalista pueden ayudar a ello. Pero no nos confundamos, en Kabakriba hay muchas cosas pero poco de Idles o la escena de Windmill. Sí podemos encontrarles semejanzas a bandas algo más dúctiles en el jugueteo con las melodías y los sonidos del indie como Shame y sobre todo Parquet Courts.

El disco abre a saco con «puntofinal», que seduce con su bajo y su canalleo vocal y nos succiona en un torbellino que recuerda a los de los murcianos Perro, banda con la que también tienen en común la componente de humor y rareza. Con «zorozelai» en tono de disco psicodélico y «noraezean» como un blues groovero y vacilón que sería del gusto de Josh Homme, la banda va tejiendo un puzzle extraño pero que encaja, muy en la onda del de los suecos Viagra Boys, quizá su mejor espejo dentro del panorama del rock actual.

También hay ADN vasco en sus canciones, que es fácil de trazar en hits como «static txomin» es otro de los momentos más febriles y rockeros del disco, adornado por una desbocada trompeta. Y no solo por ese euskera tan de calle y jalonado de erderakadas (expresiones en castellano) que nos deja perlas como «nire sudurra es muy de vasco, diñozte asko y te ha enamorau». Y es que podríamos enmarcar su propuesta en una línea hereditaria que parte de Cancer Moon, pasa por Atom Rhumba y aterriza en Vulk. Todas estas sensibilidades sonoras conviven en un psicodélico collage sonoro tal que dentro de la misma canción pueden sorprender con un arrebato dadaista o venirse arriba con el hip-hop. Con el crossover rapero volverán a jugar sin miedo en «kalekume», escalada heavymetalera final, seudosolo incluido, como si por un momento fueran los Turnstile del botxo.

Pero no todo el disco es desafiante y quizá eso es lo que hace que la mezcla funcione tan bien. Por ejemplo, en la onda de bandas compañeras como Lukiek o TOC se sitúa «ez da Iristen», con maneras de grunge nirvanero y un repunte de microdenuncia social al eterno proyecto peneuvista de montar una sede del Guggenheim en la reserva de la biosfera de Urdaibai. «laberinto club» con sus maneras de post-punk melódico se revela como otro de los temas más instantáneos. También en este hueco podemos poner la balada lo-fi «new york» con guitarras dream-pop y ecos de algún modo a la belleza freak de Modest Mouse.

Todo esto se alterna de momentos que dan ambiente al disco como el dub de «hi pake», la radio psicodélica de «108.00 fm», la tontorrona «no hay pescau» o «babesleku», cierre totalmente de banda de rock de estadios con coro de niños incluido. ¿Borrachos de ambición o sudapollistas máximos de los límites de género?

En cualquiera de los casos, «Kabakriba» suena a hito para EZEZEZ, una obra determinante para una banda que consigue plasmar una personalidad esquiva y arty sin renunciar a la pegada rockera ni a la diversión. En definitiva, un disco con el que el cuarteto sube de liga y se convierten en uno de los grandes nombres del rock del momento, dentro y fuera de Euskal Herria.

Contenido relacionado

No se han encontrado entradas.
17 de julio de 2025