Una vez explotado el filón más comercialmente descarado del numetal con unos Linkin Park a los que la industria convirtió en ingentes cantidades de líquido, la gallina de los huevos de oro cambió de forma. Los clones adolescentes de Jon Davis pasaban de moda en favor del metal gótico con fémina al frente de corte europeo, tipo Nightwish o Lacuna Coil. EE.UU. necesitaba una banda así para el uso y disfrute momentáneo de millones de adolescentes y tanto Amy Lee como Ben Moody estuvieron en el lugar idóneo en el momento adecuado.
Sin disco editado en aquel momento, productores iluminados pergeñaron el hit-single “Bring Me To Life”, una versión con raps a cargo del cantante de 12 Stones que les catapultó a un éxito que no pudieron asimilar y que terminaría con Moody (guitarra y compositor) largándose de la “banda”. Este efectivo corte de rock seudogótico con rap descafeinado pasó a engrosar la lista de singles más trillados de principios de milenio. La también incluida en la BSO de Daredevil, “My Inmortal”, resultaba ser una apenas soportable muestra de la versatilidad de Amy Lee en una balada con piano. Visto que su transcendentalismo era tan postizo, es preferible quedarse con una de la Aguilera.
No todo es tan horrible. La cosa comienza con gracia en “Going Under”, con un estribillo pegadizo, sutiles notas de piano en los riffs y una electrónica que sirven de colchón a la voz. Mención especial para los coros y el mini-solo de Moody. Pero según avanza el disco se va más el cartón de temas en su mayoría igual de efectivos a primera escucha que cansinos a la quinta. Así ocurren en “Everybody’s Fool”, riffs numetaleros a porrillo, pretendido sentimiento gótico, paradas para llorar un poco, coros fantasmagóricos, etc. Sobreproducido y prefabricado.
Por esa máxima de que toda carencia de la banda puede ocultarse bajo capas de efectos, no extraña que las cuerdas de Amy Lee sean filtradas para darle un tono más inquietante. En “Haunted” parecen un cruce entre Garbage y Linkin Park y dios sabe que eso es un engendro del mal… del mal gusto musical. Lo mismo pasa en otros cortes hechos para apabullar al inocente fan, generalmente poco ducho en rock, como “Imaginary” con su rollo etéreo en plan ópera heavy de lo más indigesta, “My Last Breath” con despliegues electrónicos que no llegan a buen puerto o más espejismos heavies en “Whisper”.
Todo disco es un producto de consumo, eso es indudable. Pero “Fallen” es sin duda uno de los lanzamientos más expresamente dirigidos a ser producto de masas. En este sentido las expectativas se cumplen con creces y gracias a las mezclas y producción logradísimos y que consiguen cosas como que la voz de el pego con nota (por ejemplo en «Tourniquet») cuando en directo se ve que la chica de Arkansas no llegaba. Los ambientes resultan efectistas y consiguieron dejar la boca abierta a la tribu de numetaleros desahuciados que vieron el momento de pasarse al maquillaje oscuro. En lo que a talento se refiere, la escasez de originalidad, lo mecánico y a la vez pretencioso de la propuesta despojan al disco de toda virtud.