Es Electric Six una banda canalla, capaz de aglutinar una base de fans rockeros y amantes de la juerga, así como otros tantos amantes de las nuevas tendencias del indie garajero. O así lo fue un día. La banda de la ciudad del motor, puso al mundo a bailar y a disfrutar con himnos como «Gay Bar» o «Danger, High Voltage». Su posterior disco, «Senor Smoke» supuso una pequeña decepción y la banda parece haberse apresurado a sacar nuevo disco en menos de un año.
Ni tan genial como el primero ni tan regular como el segundo, «Switzerland», ilustrado con un maletín en portada (ya se ve que no va por el esquí el tema), registra momentos de relativo aburrimiento con asombrosos picos de diversión y canciones efectivas y coreables, pero no logra despegarse de cierto aura de mediocridad.
Por ejemplo el disco comienza un poco flojo con «The Band In Hell». No es mala canción pero es tremendamente débil carta de presentación para quienes firmasen la cantidad de himnos de «Fire». Por suerte «I Buy The Drugs» remonta este comienzo con sus teclados infecciosos y una incorrección política que jamás debe abandonar a la banda. «Mr. Woman» prolonga el buen rollo con su ritmo trepidante y los falsetes de su final.
Más melodías de teclados arrasan en el rock de estadios de «Night Vision», a la que sigue el groove disco-funk en «Infected Girls». El primer cenit del disco viene en «Plug on the Party», un ritmo frenético y bailongo con diversas partes bien ensambladas, como varias canciones en una. Electric Six en su hábitat natural.
Desafortunadamente «Rubber Rocket» es otra de esas canciones que parece que Dick Valentine improvise sobre la base sintetizada de siempre, de las que había unas cuantas en su segundo disco. Si esto es madurez, no les sienta bien. Algo más gracia tiene el aire country de «Pink Flamingos» y la ralentizada «I Wish This Song Was Louder» que al menos suenan frescas.
«There’s Something Very Wrong With Us, So Let’s Go Out Tonight» nos vuelve a sumir en la mediocridad. Y es que la banda, tal vez consciente de que parte de su éxito viene de su humor y su ironía, se apoya demasiado en canciones que parecen excusas para incrustar letras sobre chicas, fiestas y extrañas situaciones. Así sucede también en «Germans in Mexico», texto gracioso, canción irrelevante. El disco cierra con «Chocolate Pope» que casi parece una pequeña parodia de los White Stripes.
Esperemos que el sexteto recapacite, analice sus puntos fuertes y los débiles y sea capaz de ofrecer lo que su público demanda (otra colección de pelotazos de rock para bailar) o de lo contrario se lance con todas sus ganas a hacer lo que le plazca, pero ahorrándonos las medias tintas. Y es que Switzerland podría quedar bastante mejorado eliminando tres o cuatro canciones.